Los dobles raseros son habituales en política. Por ejemplo. La ministra portavoz puede decir que Isabel Díaz Ayuso incurre en absentismo laboral por no ir a Moncloa y ser la misma persona que hace unos meses ensalzo a Sánchez como presidente responsable por tomarse cinco días para pensar.
Lo primero, según Pilar Alegría, es un capricho, lo segundo la necesidad de meditar. El discurso ambivalente no encaja y se sostiene con dificultad desde la más mínima reflexión de la que hace tiempo hemos abdicado en la vida pública española.