Madrid | 16.07.2019 07:22 (Publicado 16.07.2019 07:15)
Y hay algo que a corto plazo es todavía más decisivo: el miedo a repetir aquí el efecto Salvini. Es decir, que un ministro tenga tal actividad propia e imponga tal sello personal a la política más sensible que llegue a anular al jefe del gobierno y parezca que es él quien ejerce la presidencia. Esos temores nunca se confiesan, pero son realmente los decisivos.
Y encima, las diferencias entre Sánchez e Iglesias están dominadas por la competencia entre sus partidos, que buscan el mismo electorado y eso podría ser inagotable fuente de conflictos si comparten gobierno. PSOE y Podemos, tan cordiales en las formas hasta ayer en que Sánchez habló de "mascarada", siempre han luchado por devorarse el uno al otro, aunque hayan prometido hacer milagros juntos.
Y eso lo saben Iglesias y Sánchez y es lo que está detrás de su ruptura. Pero estas convicciones del comentarista, tantas veces señaladas, tienen un valor provisional. Todos conocemos matrimonios que rompieron violentamente, no encontraron nada mejor fuera de casa y volvieron a ser pareja. Pues en política, igual.