Nos quedaban los insultos, Italia y los bares. Somos de pronto Holanda. La parte aburrida de Holanda, me refiero. A España le van a borrar hasta el sombrero de la eñe.
No queda ni la nación exabrupta, que tenía su encanto. Hasta Vox dice las majaderías de carambola, como cuando para sostener que con Franco se vivía mejor, Abascal ha soltado que Sánchez es el peor gobierno en España en 80 años.
Hay gente que le quiere dar el premio Nobel de la Paz a Franco y Sánchez a Rufián. También se lo quieren dar a Trump. Habría que dárselo, a quién
-A Rosalía.
-No, a Rosalía, no, que no me llama. A Curro Romero.
Ah, y lo de Italia. Antes del Covid siempre teníamos Italia. Italia esto, Italia lo otro, Italia, la mafia, Berlusconi y el bunga-bunga. España escudaba su orgullo en que en Italia había más caos, más trinque y más desastre. A mí siempre me gustó Italia. El bañador apretado, por ejemplo, signo del carácter del país, me va mucho, aunque no me atrevo.
De la superación del instinto de supervivencia que forjó nuestra civilización quedan ya solo el encierro de Pamplona y la braga náutica italiana. Italia, qué desastre, decíamos, pues había alguien más desastre. Ahora, al mismo número de test, en la díscola Italia salen diez veces menos contagiados que en España.