Cuando uno camina por la octava avenida con dirección al hotel Sheraton en Times Square, lugar donde se alojan las estrellas de la NBA, y ve en su entrada una enorme foto de Pau Gasol, entonces entiende
¿Por qué la NBA parece otro deporte distinto al que se ve en Europa? No sólo es cuestión de dinero, que también, sino de cómo genera ese gran poder económico que tiene. Y lo consiguen de la manera más sencilla posible: invirtiendo mucho tiempo, y dinero, en potenciar su imagen y la de los jugadores. Y con un valor añadido: saben quiénes son los dos factores importantes de la ecuación: aficionados y deportistas, por ese orden. Todo está pensado para atraparte, embaucarte, hipnotizarte de la manera que menos puedes imaginar. El All Star Game debería estudiarse en la Universidad. Con algo tan sencillo como un entrenamiento, o "pachanga", llenas las gradas del Madison Square Guarden con aficionados que, a buen seguro, nunca han asistido a un partido o no disponen de la posibilidad y, en consecuencia, les invitas a un espectáculo único. Reitero, "pachanga" patrocinada al precio de 50 dólares por cabeza. 12.000 espectadores ven una presentación espectacular, con un excelente juego de luces, música en directo, tiendas en cada esquina y todo lo que puedas imaginar. A ello, hemos de sumar los cientos de aficionados que se acercan al Sheraton en busca de la fotografía de la felicidad.
Pero regresando al principio de estas líneas, Pau y Marc Gasol han conseguido el reconocimiento general y mayoritario. Desde Lebron James a Steve Kerr, pasando por Duncan o Carmelo Anthony,