El monólogo de Alsina: Lo raro es que no seamos ya record mundial en sistemas equitativos
Les voy a decir una cosa.
Cuando subió el impuesto de la renta, por sorpresa (o a traición) y sin anestesia, el gobierno le buscó al zurriagazo fiscal un nombre entre eufemístico y obtuso: lo llamó recargo temporal de solidaridad y construyó un amable discurso que decía que los asalariados pagarían “un poco más” y sólo durante dos años, 2012 y 2013, para contribuir solidariamente al sostenimiento de los servicios públicos.
Hoy que, dos años y medio después de aquello, ha anunciado el gobierno lo contrario, una bajada del IRPF, no ha creído necesario ni ponerle un nombre curiosito ni envolverlo en un discurso de fraternidad y buenos sentimientos. Hoy salieron Soraya y Montoro con trompetería y fanfarria a proclamar, lenguaje directo, que “¡bajan los impuestos para todos!”“Ha llegado el momento”, dijo hoy el gobierno, “ha llegado el momento de bajar impuestos y de que los españoles reciban el fruto de los esfuerzos que han hecho”. O en expresión del ministro Montoro, tan dado al camuflaje verbal con el que él identifica la actividad política, “los esfuerzos que hemos pedido a los ciudadanos”.
Es sobradamente conocido que lo que los gobiernos llaman “esfuerzos” -es decir, subidas de impuestos y medidas de ajuste- no se piden, se imponen (a iniciativa del gobierno y con la bendición de su mayoría parlamentaria) y que es también facultad de los gobiernos decidir cuál es el momento oportuno para cada cosa -ha llegado el momento-: el ministro de Hacienda se ha esforzado en persuadir a los periodistas que le escuchaban en la Moncloa de que la única razón de que ahora se considere llegado el momento de bajar impuestos es que hay más actividad económica, más recaudación y margen, por tanto, para cobrarnos menos a los contribuyentes son poner en riesgo el objetivo de déficit público.
Porque la razón que se dio en 2011 para el zurriagazo fue -hoy se volvió a recordar- que el déficit había resultado ser más alto del que se esperaba (“no nos quedó más remedio aunque no nos gustara”), de tal manera que aunque hoy tengamos todavía bastante más déficit público del que este gobierno preveía en 2011 y la recuperación económica esté siendo bastante más lenta, como Bruselas nos dio más años para recortar déficit y como el objetivo aquel de dejarlo en cero lo enterró el gobierno en una fosa de cinc, pues ahora, como diría Pablo Iglesias,podemos. Versión del gobierno, porque la comisión europea ya dice que a ellos nadie les ha preguntado y que, en contra de lo que proclamó hoy el gobierno, no ha llegado el momento de rebajar impuestos porque no está aún el Estado para renunciar a .
Se ocupó el ministro Montoro, claro,de dejar fuera del argumentario el motivo que, seguramente, más ha pesado en el ánimo del gobierno y, desde luego, de su presidente: la espantada de votantes que ha sufrido el Partido Popular y que, habiéndose reflejado repetidamente en las encuestas, terminó de emerger como un fantasma inquietante en las últimas elecciones europeas. Es verdad que el gobierno tenía ya anunciada una reforma fiscal que iba a rebajar el IRPF dejando el IVA como está, pero el sofoco que ha provocado en la Moncloa la sangría electoral del 25 de mayo ha llevado a pisar el acelerador y rebajar el IRPF un poco más de lo que le habría gustado a Montoro.
El dato más llamativo de las novedades anunciadas hoy está en el tipo máximo del IRPF, el porcentaje sobre su renta que han de pagar quienes tienen salarios más altos. Del 52 % actual para las rentas superiores a 300.000 euros se pasará al 47 % máximo a partir de los sesenta mil. Fue el propio ministro quien subrayó esta bajada: “Estoy seguro de que les ha sorprendido”, dijo a los periodistas, “en ningún medio lo he visto publicado, decía el 50 o el 48, pues ya ven, es el 47 %”. He bajado más de lo que pensaban, eh. Bajar el tipo a las rentas más altas no estaba entre las prioridades del gobierno antes de las europeas: el acento siempre lo puso en las rentas bajas o medias.
El tipo más bajo -rentas de hasta 12.450 euros anuales- se queda en el 20 % y los tramos se reducen a cinco. El gobierno hace una cuenta y lanza lo que desea que sea un titular: “Bajada media del 12,5 %”. Un titular y un añadido con vocación de eslógan: “Empezamos a devolver dinero a los ciudadanos”. Por dos veces utilizó Montoro esta expresión: “devolver impuestos”. En realidad, ni a usted ni a mi nos van a devolver nada. Lo que tuvimos que pagar en 2012, en 2013 y en este 2014 (el recargo de solidaridad duró un año más de lo dicho), no nos lo devuelve nadie. Es como el céntimo sanitario: lo que usted pagó ya no lo verá.
Lo que hará el gobierno no es devolver, es cobrarnos menos a los contribuyentes, por IRPF, a partir del uno de enero. Fue curioso que después de emplear el verbo “devolver” con tanta alegría le reprochara el ministro a una periodista que se refiriera al comité de expertos que él mismo convocó como “sabios” -lossabios de Grecia eran otra cosa, ha dicho, tan riguroso con el lenguaje de los demás, el señor ministro-.
Una bajada de impuestos acostumbra a ser muy bien recibida por quienes los pagan. Cuando de nuestro bolsillo se trata, todos somos muy de la curva de Laffer: queremos pagar menos sin que eso merme los ingresos del Estado ni los servicios públicos. La pregunta, naturalmente, es si esta bajada que llega en enero compensa la subida de enero de 2012. “Compensa” en el sentido de dejar los impuestos como estaban cuando llegó el actual gobierno, no en el de recuperar lo que ya aportamos los contribuyentes.
Las comparaciones entre 2011 y lo que tendremos en 2015 y 2016 son complejas porque entonces eran siete los tramos y ahora son cinco, por eso el gobierno ha presentado hoy una comparativa de tipo efectivo (lo que va a pagar realmente cada tramo de renta) respecto de lo que pagaba ese mismo tramo en 2011, y lo que sale es una reducción en todos los tramos inferiores a 100.000 euros anuales y subida para las rentas superiores a esos 100.000. La idea es que en enero ya se note en las retenciones el alivio y presentarse a las elecciones a finales del año habiéndose redimido del pecado original del impuestazo.
Como cada vez que un gobierno presenta cambios en la fiscalidad, se nos dice que el nuevo es más equitativo que el anterior. Esto es un clásico: no se recuerda ministro de Hacienda que haya anunciar cambios de tramos y tipos de las rentas del trabajo que no haya dicho esto de que el nuevo sistema es más equitativo, entiéndase “más justo”. Llevamos tantos gobiernos, y tantos años, aumentando reforma tras reforma la equidad, que lo raro es que no seamos ya record mundial en sistemas equitativos. Más equitativo y muy progresivo.