Hay una noticia que no me saco de la cabeza. Es de esas que resultan clarividentes para entender el mundo en que vivimos. Una sobre polarización. Y no una más. Me refiero, claro, al asunto que comentabas ayer de Boca de Huérgano. A las boñigas de Boca de Huérgano. Ayer contabas que este pequeño pueblín de 500 habitantes en la comarca leonesa de Riaño ha sacado una nueva ordenanza, muy polémica, que obliga a los ganaderos a recoger las boñigas de las vacas de las calles como si fueran los excrementos de perritos que se sacan de paseo.
Los hosteleros de la zona están encantados con la medida. Los ganaderos, indignados. Los hosteleros quieren que las calles dejen de estar llenas de boñigas ahora que cada vez llegan más turistas. Creen que la normativa de limpiar las calles de cacas, agradará a los clientes de los hoteles y restaurantes, cada vez más numerosos.
Pero las 15 ganaderías afectadas no entienden que tengan que ir limpiando los excrementos de sus animales como si fueran mascotas, cuando toda la vida se ha hecho así. Cada vez hay más turistas y menos ganaderos.
Prohibido cagarse en el casco urbano, podría llamarse esta ordenanza. Vacas incluidas. La polémica que polariza Boca de Huérgamo combina la vieja y la nueva economía. Tradición y cambio. El sector primario con Tripadvisor.
La tensión entre cuidar el entorno natural y vender autenticidad es cada vez más frecuente. En Duruelo, un pueblo segoviano de ciento y pico vecinos, han colocado un cartel a la entrada que advierte a los turistas de que “los campanarios suenan” y los “gallos cantan muy temprano”, para evitar quejas de urbanitas tiquismiquis.
Si en Boca de Huérgamo la ordenanza funciona y empiezan a escasear, no descartemos que los turistas hagan cola para hacer fotos a las boñigas. A la normativa municipal le falta creatividad. Siempre podrían proponer a los turistas pasear las vacas y recoger sus cosas, vivir la ‘full experience’. A lo mejor lo hacen encantados. Y encima les pagan por ello.
¿Moraleja?
Ahora que tanta polarización fatiga, qué reveladora es la guerra de las boñigas.