Monólogo de Alsina: "Pedro pedalea"
Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre los compromisos del gobierno para impulsar el uso de la bicicleta y el transporte público en una campaña que parece querer dividir en dos grupos a los españoles: los modernos y los retrógrados, los suyos y los otros.
Madrid |
A veces, uno hace las cosas con su mejor intención pero no repara en algún detalle, ¿no? El gobierno está haciendo campaña por el transporte público. Estupenda iniciativa. Y por los vehículos no contaminantes, por ejemplo, como medio de transporte urbano. Gracias, presidente.
Bicicleta y transporte público
La bicicleta. Familiarmente conocida como la bici, el biciclo, el velocípedo. El ministro de Transportes, Óscar Huracán Puente, es un gran defensor de la bicicleta como elemento urbano. Cuando aún era alcalde de Valladolid, se llevó una vez al presidente y lo subió a una bicicleta eléctrica como prueba de su compromiso con lo sostenible. Fue un día muy hermoso en el que parecían Javi y Pancho pedaleando por Nerja.
Bicicleta y transporte público. Dos compromisos encomiables. Es verdad que la cantidad anunciada ayer por el presidente para subvencionar bicicletas en las ciudades no es, precisamente, una fortuna (veinte millones de euros a repartir entre los ayuntamientos y veinte para empresas y particulares), pero lo que importa es el gesto.
Dividir en dos grupos a los españoles: los modernos y los retrógrados, los del progreso y los de la caverna, los suyos y los otros
Nadie le va a pedir a Sánchez, o a Puente, a estas alturas, que se abstengan de convertir la bicicleta en un arma arrojadiza que lanzar a la cabeza de los alcaldes que no compartan su devoción por las dos ruedas porque no se conoce un solo asunto en el que no haya intentado el presidente (y siga intentando) dividir en dos grupos a los españoles: los modernos y los retrógrados, los del progreso y los de la caverna, los suyos y los otros.
Alcalde o alcaldesa que no siga en esto a Javi (digo a Sánchez) será acusado de repudiar la bici por prejuicios ideológicos.
En Madrid el servicio de bicicleta eléctrica lo creó Ana Botella
Una bicicleta. Eso es lo que es realmente. Lo del símbolo progre puede que esté más en la cabeza del presidente -tan dado a etiquetarlo todo- que en la cabeza de los alcaldes. Anoche recordaba Latorre que Madrid tiene servicio de bicicleta eléctrica de alquiler desde hace diez años. Lo creó Ana Botella. La bici en aquel momento debía de ser un símbolo carca.
Bueno, en Madrid casi todo lo ha puesto en marcha el PP porque, quitando los cuatro años de Manuela Carmena, lleva gobernando la ciudad hace más de treinta. La excepción fue Carmena, no el PSOE. En Vitoria el servicio lo inauguró Alfonso Alonso, en Valencia Rita Barberá.
El que va en coche es un rico asqueroso
Apuesta el gobierno por el transporte público -bendito sea- y lo hace con una campaña del ministerio Puente que también tiene la mejor intención: el lema es, ingenioso: ‘Transporte público, ¿lo pillas?’ Y el mensaje es: aparca el coche particular y usa el autobús y el cercanías.
Ocurre que el tono que tiene la campaña, a ritmo de trap se dijo ayer, podría llevar al error de pensar que se dirige a los ciudadanos más jóvenes. Y estoy seguro de que no es así porque si alguien usa ya el transporte público en España son los jóvenes. Por vocación y porque no les queda más remedio. Andan pelaos de dinero. Salarios bajos, empleos precarios, 30% de tasa de paro y sin capacidad adquisitiva para tener vivienda propia (no te digo ya para meterse en letras).
O la campaña tiene como destinatarios a los propietarios de coches de alta gama -y sensibles al trap- o tiene como objetivo satanizarlos
No puede ser a los jóvenes a los va dirigida la campaña porque se dice ‘mejor en bus que en lambo’. Y jóvenes españoles que se puedan comprar un lambo no parece que sean muchos. De modo que o la campaña tiene como destinatarios a los propietarios de coches de alta gama -y sensibles al trap- o tiene como objetivo satanizarlos. ‘El que va en coche a los sitios es un rico asqueroso’, como diría el profesor Rodríguez Braun.
Lo siguiente que hará el gobierno, seguro, es dar ejemplo e instruir a los ministros a desplazarse en transporte público a todas partes. Sánchez tiene experiencia. Fue visto una vez, hace diez años, bajándose de un autobús municipal en Bruselas. Le esperaba su equipo para grabarlo en vídeo. Pagó al bajarse porque no había podido pagar, dijo, al subirse. O sea, que experiencia tiene como usuario.
Sánchez se convirtió en leyenda por recorrer el país en su coche particular, no en Alsa
Es verdad que, desde entonces, se le ha visto poco en el transporte público. Dices: porque es el presidente y necesita seguridad. Bueno, antes de ser presidente tampoco viajaba mucho en metro, que se recuerde. Acuérdese de que Sánchez se convirtió en leyenda por un Peugeot. Es decir, por recorrer el país en su coche particular, no en Alsa.
Los ministros arremeten contra el PP por ganar una proposición parlamentaria
El gobierno tiene argumentos, y los está dando, para rehuir, por ahora, el reconocimiento de Edmundo González como presidente electo de Venezuela. El gobierno está en su derecho, y lo está ejerciendo, de tener un criterio propio que no tiene por qué coincidir con el de la mayoría de los diputados del Congreso. Si no coincide el criterio del gobierno con el del propio gobierno en política exterior -díselo a Yolanda- por qué iba a coincidir con el de la oposición.
Pero el gobierno tiene también la obligación de defender la soberanía de las instituciones españolas frente a embestidas demagógicas como la del régimen venezolano. Si el presidente del Parlamento B que se inventó Maduro cuando perdió la mayoría en el Parlamento verdadero acusa a nuestro país, como hizo anteayer, de acoger a terroristas, asesinos y fascistas, enrabietado el dirigente chavista porque el Congreso de los Diputados ha instado al gobierno a reconocer la victoria de Edmundo, lo primero que el gobierno debería haber hecho es defender la soberanía de nuestro Parlamento para adoptar las posiciones que le parezcan oportunas, también (o incluso) si esas posiciones son contrarias a las que defiende el gobierno.
El gobierno tiene la obligación de defender la soberanía de las instituciones españolas frente a embestidas demagógicas como la del régimen venezolano
Lejos de hacer eso, defender al Parlamento de España, lo que hizo ayer un combinado de ministros encabezado por la vicepresidenta y la portavoz -no es poca cosa- es arremeter contra el PP por haber presentado una proposición parlamentaria y haberla ganado. Entrando, así, al juego del gobierno de Maduro, que identifica cualquier gesto de aliento a la oposición como una inconveniencia que sólo puede traer complicaciones para quien lo haga.
Las palabras de Robles generan una crisis diplomática
El problema es que anoche fue Margarita Robles quien denominó dictadura al régimen bolivariano y es por esa declaración de Margarita Robles por lo que el gobierno de Maduro llama a consultas a su embajador y genera una crisis diplomática. A ver qué dicen Montero, Pilar Alegría, Patxi López, ahora que es una de los suyos quien ha hecho algo que ha irritado al gobierno nada democrático de Venezuela.
Albares dijo aquí el lunes, y me lo creo, que no ha habido negociación como tal con el gobierno de Maduro porque en ningún caso nuestro gobierno iba a aceptar condiciones o contrapartidas por dar asilo a Edmundo González. No existe, por tanto, obligación alguna ni del gobierno ni de ninguna institución española de renunciar a reconocer la victoria de Edmundo. Igual es eso lo primero que debería tener presente para evitar alimentar esta idea de que ha tragado con una suerte de ley del silencio.
Hay discrepancias entre el gobierno y la mayoría del Congreso
En lo que el gobierno está es en elegir el camino más útil para obrar el milagro de que Maduro se resigne a sentarse a negociar una transición pacífica en Venezuela. Y la mayoría parlamentaria discrepa de esa postura y entiende que lo más útil para la oposición venezolana ahora es el reconocimiento.
Hay discrepancias entre el gobierno y la mayoría del Congreso, no es el fin del mundo. Si las hay entre el gobierno y el gobierno en política exterior -díselo a Yolanda- no va a haberlas entre el gobierno y el PP. Lo llamativo es que Sánchez y Feijóo estén empleando, cada uno, los argumentos que empleaba el otro cuando el debate sobre Palestina.
Lo llamativo es que Sánchez y Feijóo estén empleando, cada uno, los argumentos que empleaba el otro cuando el debate sobre Palestina
El gobierno decía entonces: ‘lo esencial no es si el reconocimiento sirve para resolver la crisis de Oriente Próximo, que no se resuelve de un día para otro, lo esencial es estar en el lado bueno de la historia’. Y decía el PP: ‘usted no debe tomar postura por su cuenta sin contar con la Unión Europea, está rompiendo el consenso de los gobiernos europeos y lo que va a conseguir es perjudicar al pueblo palestino’.
Ahora es el PP el que reclama que el gobierno reconozca a Edmundo sin esperar a la Unión Europea y sin que le parezca relevante si eso rompe o no un consenso europeo. Porque lo esencial es dar aliento a la oposición, aunque la crisis no se vaya a resolver de un día para otro. Y ahora es el gobierno el que le dice al PP que hay que ser pragmático, que el reconocimiento sería contraproducente y que es el PP, al promoverlo, quien está perjudicando al pueblo de Venezuela.
Y mientras tanto, en Venezuela, ahí sigue Maduro, negándose a enseñar las actas y chapoteando en su agotadora verborrea.