El síndrome del impostor
El escritor José Gregorio González explica en 'La rosa de los vientos' en qué consiste el denominado síndrome del impostor, así como sus causas subyacentes.
Siete de cada diez personas sufren en algún momento de su vida el síndrome del impostor o síndrome del fraude, una tendencia del comportamiento que impide la asimilación de los logros. Estas personas se boicotean a sí mismas de manera infundada porque no sienten que sus logros sean tales: los minimizan o subestiman.
José Gregorio González, el escritor canario artífice de Piensa en positivo, Vive en positivo, nos explica en 'La rosa de los vientos' algunos de los síntomas y consecuencias de esta tendencia del comportamiento.
El síndrome del impostor
Hay personas que, a pesar de haber conseguido multitud de logros académicos o laborales, o de haber sido elogiadas o reconocidas en distintos ámbitos siguen pensando que sus triunfos vienen determinados por una serie de golpes de buena suerte que en cualquier momento pueden desaparecer.
Este trastorno ha sido denominado como el síndrome del impostor y es más habitual de lo que parece: siete de cada diez personas lo han sufrido alguna vez en su vida, según la doctora Valerie Young. Más allá de la falsa modestia, José Gregorio González explicaba que "se puede convertir en un auténtico tormento".
"Hay casos célebres como el de aquel científico que recibe un Premio Nobel y que constantemente cae en el dilema de no creerse merecedor artífice de su logro", exponía el escritor.
Esta creencia está estrechamente vinculada a la falta de autoestima y a la inseguridad, conceptos cuyos orígenes pueden radicar en la infancia o en adolescencia. El exceso de críticas procedentes de padres o figuras de autoridad o también la exigencia desmedida puede conllevar una frustración de la que luego es difícil escapar. Es posible que poco a poco se mine la autoestima de esta persona, incapaz de reconocer su valía, de modo que, si un día consigue un gran logro, no se sentirá merecedora del mismo, sino que lo achacará simplemente a la suerte.
Además, José explicaba que este trastorno, quizá solo antaño, solía afectar más a las mujeres que a los hombres. "El hecho de haberse educado en sociedades machistas donde su papel quedaba relegado a un segundo plano, les llevaba a considerarse impostoras cuando triunfaban debido a que habían crecido con la creencia de que solo los hombres podían alcanzar el éxito", concluía el escritor.