Madrid rebosa de basura: "Cada día huele peor"
Los ciudadanos opinan sobre la huelga indefinida en el servicio de recogida de basuras.
Tomás Sanjuán | Rafa Sanz del Río
Madrid |

Madrid amanece cubierta de bolsas, cartones y un hedor en aumento. La huelga indefinida de basuras ha convertido varias calles de la capital en un escenario insólito y caótico, donde la protesta laboral se mezcla con la preocupación ciudadana y la presión institucional. Mientras el pulso entre trabajadores, empresas y Ayuntamiento se recrudece, la ciudad paga el precio de un conflicto enquistado que amenaza con prolongarse y que podría poner en jaque la imagen y la salubridad de la capital.
"Acabamos de cruzar Príncipe de Vergara, en la Plaza de Cataluña, y ya huele a pescado", expresa Carmen, una madrileña que iba de camino del trabajo.
Estallido del conflicto
Este conflicto estalló tras la ruptura de las conversaciones entre los sindicatos y las empresas concesionarias del servicio subcontratadas por el Ayuntamiento de Madrid. El detonante se debe a una exigencia por parte de la plantilla para recuperar el poder adquisitivo perdido durante los últimos cinco años de congelación salarial, que cifran en un 12,5%.
El preacuerdo presentado por la patronal, que incluía una subida salarial insuficiente a juicio de los trabajadores, fue rechazado de manera contundente: más de 900 votos en contra frente a apenas 200 a favor.
Desde el sindicato Sector Profesional RSU (Residuos Sólidos Urbanos), mayoritario en la plantilla, insisten en que la oferta empresarial está "muy alejada" de sus demandas, tanto en el plano económico como en las condiciones sociales. “La principal demanda que no han respetado es recuperar todo el dinero que hemos perdido”, subraya Jaime Delgado, portavoz sindical. También reclaman mejoras en la transparencia de los ascensos y la creación de una bolsa de empleo con criterios objetivos, así como el reconocimiento económico para otros turnos, además del diurno.
Por su parte, las empresas concesionarias se mantienen firmes en su postura y acusan a los sindicatos de no haber rebajado lo suficiente sus pretensiones, aunque admiten que las diferencias económicas son "muy pequeñas". El Ayuntamiento, dirigido por José Luis Martínez-Almeida, decretó los servicios mínimos del 50% para evitar problemas de salubridad, pero tanto los ciudadanos como la patronal afirman que no se están respetando, y la vicealcaldesa Inma Sanz ya afirmó que de no cumplirse habrá sanciones a las empresas implicadas.
¿Qué dicen los ciudadanos?
La ciudadanía no tiene claro a quién señalar entre los bandos presentes en la contienda. Alejandro, un chico de 28 años, defiende la postura de los sindicalistas que solo buscan mejorar ese mal convenio.
"Claramente, si un trabajador está mal pagado y tiene un mal convenio, pues no va a querer trabajar. Sin trabajadores no hay servicios, y si no hay servicios, pues hay acumulación", expone.
La mayoría, eso sí, alega que no puede ser que el Ayuntamiento de Madrid permita que esta disputa afecte a la salud e higiene de los ciudadanos. Como, por ejemplo, una joven llamada Hilda, que considera que las personas responsables deberían asegurarse al menos de cubrir esos servicios mínimos, ya que al final se trata de un asunto de salud, de convivencia y que no puede permitir que se acumule de esa forma.
Mientras tanto, el descontento de la población crece al ritmo que los residuos se acumulan en las vías públicas.
"Una puta mierda. Hoy he tenido que recoger los cubos de mi casa y no veas lo que pesaban porque no les ha salido de los cojones, recoger la basura hoy", declara Juan, vicepresidente de su comunidad de vecinos en un edificio de Avenida de América.
Otros, como Rodolfo, manifiestan que bajo su punta de vista todo este conflicto está siendo "muy mal gestionado", porque solamente ve un montón de casas con los cubos de basura llenos a rebosar y bolsas de basura alrededor, y que esto tiene difícil solución.
Esta situación contrasta más si se compara con las zonas colindantes a la localidad madrileña, ya que muchos de ellos como Alberto, residente del barrio periférico de Mirasierra, afirman que acaban de descubrir de la existencia de esta polémica, ya que en su zona no ha notado nada diferente a otros días. Lo mismo ocurre con otros municipios de la Comunidad de Madrid como San Sebastián de los Reyes, donde Hilda expresa que allí "todo está bastante limpio".
Un conflicto en aumento al igual que las temperaturas
La llegada del buen tiempo ha tenido un caluroso recibimiento en la mayor parte de España, que espera con ansias para colmar las terrazas y aprovechar el sol lo máximo posible. Pero en la capital esto puede suponer una agravante para este delicado enfrentamiento, debido a que el calor acelera los procesos biológicos responsables de la descomposición de residuos orgánicos y aguas residuales, liberando tanto contaminantes del aire como gases de efecto invernadero.
"Me imagino que como siga este buen tiempo va a ser un horror. Ojalá lleguen a un acuerdo pronto porque esto es un chantaje que nos tiene a todos cogidos", cuenta Carmen.
Además, alega que es una pena porque Madrid es una ciudad que se cuida y es bastante limpia en general, lo que contrasta de lleno según su perspectiva con la imagen de la capital.
Mientras la basura sigue acumulándose y la crispación crece en las calles, Madrid se enfrenta a una encrucijada que va más allá de la mera limpieza urbana: la resolución de este conflicto marcará no solo el futuro laboral de miles de trabajadores, sino también la confianza de los ciudadanos en la capacidad de sus instituciones para gestionar crisis cotidianas.