Salud

Más de 13.000 menores bizkaínos atendidos en Osakidetza por trastornos de salud mental

En adolescentes, los principales motivos son problemas de ansiedad y depresión, y en el grupo de 0 a 4 años, los retrasos del lenguaje

Marian Ruiz

Vitoria |

Más de 13.000 menores son atendidos en Osakidetza cada año en Bizkaia por trastornos en su salud mental | Irekia

La salud mental en general, y de niños y adolescentes en particular, lleva un tiempo siendo motivo de preocupación. Cada año, unos 3.000 menores acuden por primera vez a los distintos recursos que pone a su disposición Osakidetza, por donde pasan en total 13.000 menores cada año.

La Red de Salud Mental de Bizkaia de Osakidetza cuenta con 5 centros de salud mental específicos de Infancia y Adolescencia, el Hospital de Día para adolescentes de Bilbao y la Unidad Terapéutica Educativa de Ortuella. Esta actividad asistencial se completa con la Unidad de Hospitalización Infanto-juvenil de la OSI Bilbao-Basurto, que cuenta con consultas externas, interconsulta y Hospital de Día; el servicio de interconsulta infantil del Hospital de Cruces, y el Hospital de Día de adolescentes del Hospital de Galdakao.

Según detalla Osakidetza en un comunicado, en el grupo de adolescentes, la asistencia se centra, mayoritariamente, en síntomas de ansiedad y depresión, aunque hay también un número importante de pacientes que presenta cuadros clínicos más graves, englobados dentro de los Trastornos de la Conducta Alimentaria y Conductas Autolíticas.

El servicio vasco de salud advierte que 'se viene detectando, además, un aumento de demandas de atención para adolescentes aislados en su casa, con absentismo escolar persistente y que rechazan cualquier tipo de vinculación con dispositivos sociales o sanitarios que puedan prestarles ayudas, a quienes se les adapta la atención, en ocasiones incluso con intervenciones en el propio domicilio'.

Por su parte, en los grupos de edad de 0 a 4 años, los motivos principales que se atienden en consulta son los retrasos del lenguaje y las dificultades de comunicación, entre los que un porcentaje significativo cumplen criterios de Trastornos del Espectro del Autismo (TEA), planteando la necesidad de un diagnóstico diferencial específico.