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Cuando caminamos por la calle seguramente no somos conscientes de la arquitectura hostil que impide que muchas personas sin techo no puedan descansar en el único sitio que pueden hacerlo, que es la calle. Hablamos del caso de Román, que estuvo unos días en el hospital y los propietarios del espacio donde descansaba aprovecharon para poner unas pilonas para que ya no pudiera volver. O el caso de Oriol, que dormía a las puertas de una oficina bancaria donde pusieron unos elementos de arquitectura hostil. Como Oriol continuó yendo, decidieron reforzar la estructura para que no se pueda descansar allí.
La Fundació Arrels llevará a cabo la próxima semana una campaña para mapear aquellos elementos de arquitectura hostil que se han aplicado en diferentes puntos de Barcelona. Esta será la segunda edición del mapeo, que ya cuenta con la participación de más de 400 estudiantes de 14 centros educativos de Barcelona, L'Hospitalet de Llobregat y Mataró. La propuesta está abierta a empresas, entidades y ciudadanía.
Desde la Fundació Arrels defienden que las barreras arquitectónicas no son la solución. Y es que el problema social no desaparece cuando se impide dormir a una persona en un sitio de la calle, únicamente se traslada. Además, la arquitectura hostil conlleva dificultades añadidas para las personas que viven en la calle, supone una vulneración de derechos y dificulta la labor de los educadores que realizan el seguimiento social.