Capítulo I: El poder de una estampita

En 2011 dos imágenes malagueñas eran trasladas a Madrid para la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Las cofradías de Prendimiento y Mena participaban en el Via Crucis celebrado en la Castellana. El rezo de la segunda estación, el beso de Judas fue representado por Nuestro Padre Jesús del Prendimiento, mientras que la undécima estación correspondió al Cristo de la Buena Muerte y Ánimas de Mena.

Todas las imágenes procedentes de varios puntos de España fueron veneradas en diferentes iglesias. El Cristo de Mena era expuesto en la Catedral castrense. Allí, durante cuatro horas al día, miles de fieles acudieron para ver cómo los legionarios honraban al Cristo.

“El Novio de la Muerte” retumbaba en el templo mientras, los soldados españoles realizaban la guardia al Cristo de la Buena Muerte. Muchos fieles acudían a ver a esa Imagen que cada mañana del Jueves Santo se apodera de la televisión. Hoy contamos una de las historias que se vivió allí, nos la cuenta uno de los protagonistas, Ramón Gómez, hermano de Mena desde hace más de 70 años.

“Cuando se terminaba la Guardia los propios hermanos de la cofradía nos acercábamos al Cristo y pasamos sobre él las estampas, los anillos… que los devotos nos hacían llegar” cuenta Ramón. Hasta allí acudió un señor muy serio con el rostro desfigurado, una vez terminó la Guardia se quedó pegado al Cristo. “Rápidamente otro hermano y yo nos acercamos a él por desconfianza”. El señor, cuenta Ramón, se dio la vuelta y les dijo que por favor le dejaran rezar.

Ellos dieron un paso para atrás, pero seguían prestando cierta atención al individuo porque no se fiaban. Cuando terminó de rezar se explicó: “Yo soy Guardia Civil, a mi mujer y a mi hija las mató ETA en un atentando en Zaragoza, estuve 6 meses en coma y mi padre, antiguo legionario, me puso una imagen de este Cristo debajo de la almohada”.