Este domingo, 23 de julio se celebran las elecciones generales. Alrededor de 37 millones de españoles están llamados a las urnas. La jornada se presenta intensa, porque en juego está el nombre de quién será el próximo presidente.
En el recuento final quedará por conocer los votos nulos, votos en blanco, abstenciones... y, por supuesto, los votos válidos. La intención de los partidos, sobre todo en los últimos días de campaña, ha sido la de conseguir convencer a los más de 10% de indecisos (según datos del último CIS) que aún no tenían claro su voto.
Ante esta tesitura, conviene saber qué ocurre cuándo se vota nulo, en blanco y también cómo afecta en las elecciones si la mayor parte del electorado se abstiene.
La abstención se produce cuando una persona que tiene derecho al voto decide no acudir a las urnas.
La abstención no beneficia ni perjudica a nadie ya que el reparto de votos se hace contabilizando tan sólo a los votos válidos emitidos.
La ley d´Hondt es el sistema de cálculo proporcional utilizado en el sistema electoral español que establece que para obtener un escaño los partidos necesitan al menos un 3% de los votos válidos emitidos en cada circunscripción.
Acorde a esta ley las abstenciones de aquellos ciudadanos que no acudan a las urnas no influyen en el recuento de votos.
Eso sí, hay que apuntar que, de acuerdo con algunos analistas, la abstención sí tiene sus consecuencias. En este caso, perjudicaría más a los partidos de izquierda, ya que el electorado progresista (en especial los jóvenes) tiene una mayor tendencia a la desmovilización respecto al conservador.
También hay quienes interpretan que la abstención beneficia a los partidos mayoritarios, reduciendo las posibilidades de voto entre los minoritarios. Esto se debe a la barrera electoral; el mínimo de votos que deben superar estos partidos para alcanzar la ansiada representación será más alto, con lo que necesitarán una mayor cantidad para alcanzar su objetivo.