Las elecciones generales han llegado. Desde las 9:00 de esta mañana hasta las 20:00 de esta tarde, casi 37 millones y medio de españoles están llamados a las urnas. 1.6 millones lo van a hacer por primera vez como mayores de edad, mientras que 2,3 millones votarán desde el extranjero, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE). Si bien es cierto que los grandes partidos acaparan la intención de voto (PP, PSOE, Vox, Sumar, ERC, Podemos, etc.), existen suficientes propuestas sobre la mesa para que cada uno elija aquella opción política con las que más se identifique.
Sin embargo, también puede ocurrir que no nos convenza ninguna de las opciones. Y dado que votarno es obligatorio ni comporta ningún tipo de sanción, esta posibilidad nos lleva a la inevitable pregunta: ¿Qué ocurre si no votamos? ¿A qué partido beneficia? ¿A cuál perjudica? Aclaremos las dudas.
Lo primero de todo, es necesario aclarar las diferencias entre estas tres opciones. El voto nulo ocurre cuando se presenta un sobre o papeleta inválida, diferente a la oficial, o que en su interior incluye cualquier elemento que no sea una única papeleta de las candidaturas oficiales.
El voto en blanco, en cambio, ocurre cuando presentamos un sobre vacío. De acuerdo con la Ley Electoral, el voto en blanco se considera un voto válido y se añade a los votos de las diferentes candidaturas a la hora de repartir los escaños. En teoría (y de acuerdo con la Ley D'Hondt, que se aplica en España para garantizar la proporcionalidad de los votos emitidos) esta opción perjudica a las circunscripciones pequeñas, pero en la realidad ni beneficia ni perjudica, ya que es poco habitual que los partidos se queden en el límite del 3% de los votos.
Tanto el voto nulo como el voto en blanco son un reflejo del enfado del votante. En el caso del nulo, su disconformidad con el sistema electoral y las candidaturas. En el caso del blanco, solo con las candidaturas.
La abstención, por contra, ocurre cuando, a pesar de tener derecho al voto, elegimos no ir a votar. La realidad es que, al no haber voto, esta decisión ni suma, ni resta, ni afecta a los resultados electorales. Sin embargo, sí se contabiliza de cara a los análisis, aunque la abstención es mucho más difícil de estudiar en el contexto de unas elecciones, ya que se desconocen las razones de la persona. Las posibilidades para no votar hoy son casi ilimitadas: indiferencia, descontento, enfermedad, un viaje programado por vacaciones (más teniendo en cuenta la fecha elegida por Sánchez), etc.
Por último, hay que apuntar que, de acuerdo con algunos analistas, la abstención sí tiene sus consecuencias. En este caso, perjudicaría más a los partidos de izquierda, ya que el electorado progresista (en especial los jóvenes) tiene una mayor tendencia a la desmovilización respecto al conservador.
También hay quienes interpretan que la abstención beneficia a los partidos mayoritarios, reduciendo las posibilidades de voto entre los minoritarios. Esto se debe a la barrera electoral; el mínimo de votos que deben superar estos partidos para alcanzar la ansiada representación será más alto, con lo que necesitarán una mayor cantidad para alcanzar su objetivo.