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El estrés causado por la COVID al sistema sanitario ha reforzado la estructura con una reorganización más eficiente

El Doctor Francisco Javier Frutos Arenas, Adjunto del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, remarca la importancia del sobreesfuerzo de todo el personal implicado.

ondacero.es

Madrid | 23.04.2021 09:00

El impacto producido por la COVID-19 en términos sociales, económicos y sanitarios no tiene precedentes desde la II Guerra Mundial. La presión a la que se ha visto sometida la red hospitalaria ha llevado a los sistemas de salud de algunos países a su colapso. En los inicios de la pandemia, a principios de 2020, la provincia china de Hubei aseguraba que se encontraban totalmente desbordados. Pocos meses más tarde, en abril, el número de enfermos críticos y de muertos en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil impactaba con imágenes de pacientes a los que era imposible atender, y cuerpos de fallecidos que aguardaban en las calles ante unos servicios fúnebres incapaces de dar abasto a la creciente demanda.

En España, pese a los importantes embates de las cuatro olas de contagios que se han producido, si bien la red sanitaria ha estado contra las cuerdas, se ha conseguido que no colapsase gracias a los ajustes y reajustes que se han ido realizando sobre la marcha, puesto que, al desconocimiento inicial del virus, había que sumar la incertidumbre de los resultados de cada nueva medida adoptada, y un estrés al que nunca antes se había sometido a las estructuras hospitalarias.

El cierre de servicios no esenciales fue una de las primeras decisiones que se tomó. No obstante, como apunta el Dr. Francisco Javier Frutos Arenas, Adjunto del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla y especialista en el área de Diagnóstico por imagen, "fue necesario crear dos circuitos: uno para patologías COVID y otro para las no relativas al virus. Afortunadamente, los casos de enfermedades no relacionadas con el coronavirus descendió".

Por otra parte, como explica Frutos, también resultó imprescindible el refuerzo por parte de médicos de otras áreas para ayudar "al personal de infecciosos y de medicina interna porque estaban desbordados. Así, residentes de radiología, por ejemplo, tuvieron que ir a apoyar a estas dos especialidades".

En el área de Diagnosis por la imagen, la actividad relacionada con pacientes COVID aumentó exponencialmente, puesto que las radiografías y TAC de tórax se convirtieron en un aliado imprescindible para localizar casos de neumonía causados por el coronavirus. Los equipos de radiología portátil han sido, además, durante todo este tiempo una baza importante para los especialistas, puesto que han dotado de gran flexibilidad a los equipos de trabajo en situaciones en que era poco aconsejable la movilidad de los pacientes.

Pese a todo, la reestructuración a que se ha sometido a los servicios para hacer frente a la pandemia, en palabras del Dr. Francisco Javier Frutos, ha reforzado los pilares hospitalarios: "No somos los mismos que empezamos la pandemia. Estamos mucho mejor organizados y hemos mejorado mucho los tiempos de espera de nuestras técnicas". No obstante, remarca que el éxito para evitar el colapso sanitario, radica en "la entrega y el sacrificio del personal sanitario. Sobre todo, de los que están en primera línea. Y no me refiero solo a los médicos, sino al equipo de limpieza, los técnicos, los celadores, incluso los administrativos, que se han sacrificado y se han entregado".

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, para frenar al avance del SARS-CoV-2 en Europa las Autoridades sanitarias de los diferentes Estados han tenido que volcar recursos humanos, técnicos y materiales en un continente que ha reportado aproximadamente un tercio de todas las muertes producidas por COVID-19. Por este motivo, uno de cada tres países se ha visto obligado a interrumpir de manera total o parcial unidades como las de diagnosis oncológica durante la primera ola.