Pedro Simón: "La felicidad está en el desorden, en que abras el cajón de los cubiertos y te encuentres unos cromos"
El periodista presenta en Por fin no es lunes 'Los incomprendidos', una novela sobre la soledad familiar, la falta de comunicación entre padres e hijos, pero también, sobre la esperanza.
"Esa niña de la foto me quiere muerto. En el retrato enmarcado que ahora puedo sostener entre las manos sin que me tiemblen, aparece muy contenta jugando en Pirineos. Acaba de cumplir 13 años, lleva una trenca verde, levanta los brazos como si quisiera abarcarlo todo y tiene la cara colorada de la emoción y del frío.
A sus pies está Roberto, tirado en el suelo, posando como una Maja desnuda, solo que abrigado hasta arriba con un anorak. Han hecho un muñeco de nieve y luego entre risas, la mayor le ha arrancado la cabeza. Todavía no están cansados. Todavía todo está intacto.
En ese instante, Inés ignora que llegará un día en que me querrá matar. O por lo menos, no sabe que llegará un día que deseará que se estrelle el avión en el que viajo y que me lo dirá con voz serena un par de horas después de que yo entre por la puerta tras haber venido de la Feria del Libro de Frankfurt, que me lo dirá porque le habré reclamado que recoja su habitación o algo similar".
Así arranca la historia de 'Los incomprendidos', una novela por la que pasean el dolor, el miedo, el fracaso, la culpa. Podría ser la historia de cualquier familia, pero es la historia de Javier y Celia, un matrimonio de clase media con un hijo pequeño y una hija adolescente.
Su vida transcurre feliz hasta que una excursión a los Pirineos lo cambia absolutamente todo. Ese viaje es el comienzo de otros muchos en los que la alegría, las sonrisas y la comunicación dan paso a los silencios, la incomprensión, las complicadas relaciones de familia. Detrás de cada uno de esos viajes, al final en el horizonte se percibe algo de esperanza.
'Los incomprendidos' es la segunda parte de una trilogía que comenzó con 'Los ingratos', que recibió el Premio Primavera de Novela. Su autor es Pedro Simón, un experto contador de historias, periodista y escritor. Trabaja en 'El mundo' y entre sus galardones se encuentra el Premio Ortega y Gasset en 2015, el Premio al Mejor Periodista en 2016 o el Premio Rey de España de Periodismo en 2021.
¿De dónde surge la idea de 'Los incomprendidos'?
De muchas comidas con amigos padres en las que se da cuenta de que siempre, por mucho que hablen de varios temas, al final terminan hablando de sus hijos. Y si estos son adolescentes, se termina hablando "con más fiebre, frustración e incomprensión".
El momento fundacional en el que todo se "quiebra" con tu hijo podría ser aquel en el que de repente un día te dice que no le des la mano o un beso de despedida porque ya es mayor y sus amigos no pueden ver esas cosas, "ahí se quiebra algo y suele tener que ver con la adolescencia, ese túnel de lavado donde tu hijo entra y muchos años después sale transformado". O como decía una jueza de menores amiga suya, "la adolescencia es un monstruo que devora a tu hijo y luego te lo devuelve...o no".
Fracasar como padres
El libro recalca la importancia de hablar de los problemas, de las preocupaciones. Muchos de los problemas que experimenta la familia de la historia vienen dados por la incomunicación que hay en esas cuatro paredes, "no hablar lo va enfangando todo y complica las relaciones familiares, a pesar de que todos tenemos trasteros que consideramos que es mejor no abrir en una casa".
Una de las mayores preocupaciones de todo padre es la culpa, la culpa por no poder dárselo todo de ti a tus hijos, por no poder estar con ellos todo el tiempo que necesitan, pero también el miedo a fracasar, a que tu hijo no sea feliz y entonces toda tu vida se vaya al traste porque "has fracasado como padre".
"En esa ruleta rusa de la vida lo acabamos apostando todo con los hijos. A uno le puede ir bien en su vida, pero si a tu hijo le va mal, tú considerarás que has fracasado", asegura.
La felicidad de las pequeñas cosas
La familia protagonista vive en un piso de Carabanchel, pero a medida que les va yendo bien en la vida, deciden mudarse a un chalet en Boadilla del Monte, y ahí todo cambia por una reflexión del padre, que se da cuenta de que en ese pequeño piso de Carabanchel era más feliz. El desorden y el caos de las pequeñas cosas, eso es lo que te da felicidad, "que abras el cajón de los cubiertos y haya unos calcetines o unos cromos. Y esto se nos va olvidando a medida que va pasando el tiempo".