Cuba es lo que parece. Una dictadura. Porque no celebra elecciones democráticas, porque la supuesta Constitución se aprobó fruto de un pucherazo, porque no hay libertad de prensa ni de manifestación y porque el poder se hereda.
Los argumentos son tan claros que es fácil para cualquiera que tenga un mínimo de formación democrática alzar la voz contra aquellos que están sometiendo al pueblo cubano y esquilmando un país.
Salvo que la ideologización sectaria sea más fuerte en el cerebro que el juicio, el pensamiento y la valoración crítica.