Lo hace con la misma impunidad que en su día aplaudió la venta de YPF a la petrolera española y hoy se la apropia por las bravas. España no puede poner en riesgo al resto de nuestras empresas allí con medidas unilaterales. Así que una de las pocas bazas factibles es convertir nuestro problema en el de muchos otros país y que la presión internacional haga el resto bajo el argumento de que a ellos les puede pasar lo mismo.