Minuto económico: Demolición
La demolición de edificios es una profesión con futuro en Europa y también en España. La piel de toro hispana parece de leopardo salpicada de promociones inmobiliarias sin terminar, mecanos de cemento, columnas y vigas desnudas, urbanizaciones fantasmas sin habitar y miles de chalets adosados a medio hacer desfilando disciplinadamente hacia el derrumbe. Irlanda vivió una burbuja inmobiliaria similar a la nuestra, incluso más intensa. Sus bancos quebraron por el ladrillo y el Estado irlandés garantizó todos sus depósitos, lo que le llevó a un déficit público superior al 30% y finalmente al rescate por parte de Bruselas. Dublín, tras el salvavidas europeo, creó un banco malo: la Agencia Nacional de Gestión de Activos, más conocida como NAMA, que se quedó con buena parte de los inmuebles invendibles de lo que en otro tiempo nos vendieron como el milagro celta. Ahora, esta Agencia ha decidido echar abajo aquellos edificios sin habitar y que no tiene esperanza de reutilizar ni vender. Su mantenimiento cuesta un Potosí y su deterioro genera inseguridad. Este verano ha comenzado a demoler el primer bloque, un edificio blanco de 12 apartamentos, en el Condado de Longford, a poco más de 100 kilómetros de Dublín. La excavadora amarrilla revienta las viviendas, sin compasión, en un intento de reventar, de una vez por todas, los restos de la burbuja inmobiliaria. En España, el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy intensificará en los próximos días los contactos con Van Rompuy, Hollande y Merkel para terminar de cerrar las condiciones del paquete dedicado a recomponer el sistema financiero y tantear la posibilidad de más ayudas para reducir la presión sobre la deuda española ahora que la termita griega sigue horadando el edificio del euro. Varias son las cuestiones sin cerrar. Como insiste el Comisario Almunia están por establecer las pérdidas de los inversores atrapados en las malhadadas preferentes. También, la liquidación de algunas entidades inviables y, por último, el alcance del Banco Malo español. Una entidad o agencia que deberá crearse para gestionar y valorar a precio real buena parte de los 180 mil millones de créditos y activos dudosos ligados al ladrillo. Por ejemplo, el suelo prácticamente no vale nada y los esqueletos sin construir, prácticamente, tampoco. Como en Irlanda, es muy posible que para salir de la arena movediza inmobiliaria haya que dinamitar más de un muro de hormigón. La cuestión es cuanto nos va a costar.