Monólogo de Alsina: "Sánchez y Torra, dos supervivientes en apuros, echándose un flotador el uno al otro"
Un año después. Hace un año el equipo de este programa amaneció en Barcelona. Era jueves. Y había elecciones. Catalanas. Elecciones nunca antes vistas porque eran en jueves y convocadas por Rajoy, con Puigdemont fugado y Junqueras encarcelado preventivamente. Aquel día contamos cómo discurrió la jornada electoral y cuál fue el resultado: la victoria de Ciudadanos, la nueva mayoría independentista, la decepción del PSC, el desplome del Partido Popular.
En todo aquel día nadie pronunció ni una vez el nombre de un señor que iba en la lista de Puigdemontpero al que nadie le había hecho el menor caso. Su apellido hoy lo conoce todo Arnedo porque lo conoce toda España:Torra, Joaquim Torra. También conocido como QuimDeMont porque el día de las elecciones nadie reparó en su existencia pero ha llegado a la cumbre de la política en Cataluña por decisión del fantasma de Waterloo. El fantasma de las Navidades pasadas que sigue enredando, maniobrando y teledirigiendo ese gobierno autonómico en las Navidades de ahora.
El señor Torra se apuntó ayer el tanto que su patrón le había encargado: conseguir que el gobierno de España le tratara como si fuera el presidente de un Estado extranjero. Conseguir ser tratado de manera diferente al resto de los presidentes autonómicos. A eso se reducía la pretensión del gobierno independentista (nada menos que a eso) y a eso se prestó Pedro Sánchez. Cumbre entre gobiernos, foto de familia y asistencia, de la mano, a una entrega de premios. Torra se fue a dormir satisfecho porque en sólo una semana pasó de ser el iluminado (dijo Ábalos) que instaba al levantamiento violento contra el Estado (iluminado y esloveno) a ser el apacible interlocutor de Sánchez que celebra que se abra el camino a una salida democrática (aunque, en realidad, no se abriera anoche camino alguno). Es verdad que, entre medias, a Torra se le amotinaron algunos consejeros por emborronar la propaganda independentista con la cosa eslovena y tuvo que ponerse un esparadrapo en la boca para no da motivos al gobierno central de asumir el control de los Mossos d'Esquadra. Torra echó el freno y se abstuvo de incitar a sus colegas CDR a incendiar las calles, pero el peón de Puigdemont que inició la semana asediado y con el carisma bajo mínimos, la cierra con una foto que le da aire y le devuelve su condición de profeta en el camino a ninguna parte.
Dos supervivientes en apuros, Torra y Sánchez echándose un flotador el uno al otro.
A cambio de prestarse a esto de la cumbre bilateral, Sánchez consigue tres cosas:
• Oxígeno de los partidos independentistas para sus Presupuestos. Le han prestado un salvavidas que se siguen cobrando caro.
• Que los reclusos preventivos dejen la huelga de hambre: no tendrá el presidente su caso Bolinaga, qué hacer para que el recluso no se te muera.
• Y que la temperatura en la calle no se vaya de madre. Las manifestaciones que ayer convocaron los CDR y compañía fueron un fiasco absoluto. Falta ver cómo discurre esta mañana de Consejo de Ministros en el edificio de la Lonja.
Y a eso vamos, a ver cómo amanece Barcelona. Las calles de acceso a la Lonja están cortadas… por los Mossos para intentar evitar problemas porque es allí adonde se dirigen los CDR en manifestación desde otros puntos de la ciudad. Está previsto que lleguen allí poco antes de las nueve.
Más activos los CDR en las carreteras catalanas. Hay quince cortadas, entre ellas la AP7, la Nacional II y la B-20. También alguna de las rondas en la ciudad de Barcelona. En plena hora punta, los Mossos ya han pedido a las concesionarias que se empiecen a levantar las barreras de alguno de los peajes para intentar dar fluidez a la circulación.
El problema en el trasporte ferroviario es más la huelga que las acciones de boicot de los CDR. Huelga, desconvocada por CCOO pero que mantiene la CGT. Algunos trenes cancelados tanto de salida como de entrada.
¿De qué hablaron Sánchez y Torra ayer? Pues de nada. De nada nuevo. De nada que no supieran. De nada que hoy permita decir que ha cambiado nada.
Fue la escenificación de la nada.
Pasaron dos cosas que anticipamos aquí, en la mañana de ayer, que podían pasar:
• Una, que Sánchez y Torra, además de verse, acudieran juntos a la entrega de premios de la patronal catalana. Ambos son muy de pasear juntos.
• Dos, que Torra pregonara, como si fuera un hecho novedoso, que pudo hablar de todo con el presidente del gobierno de España. Qué matraca con esto de hablar de todo. En julio ya estuvo este señor con Sánchez en la Moncloa y adivinen lo que dijo: que había podido hablar de todo. Porque el gobierno no le había puesto cortapisas.
Ésta es la cantinela falaz de los líderes independentistas: que no les dejan hablar de autodeterminación. Claro que les dejan hablar. Junqueras se permitió reclamarla desde la sala de prensa de la Moncloa, cedida amablemente por Soraya Sáenz de Santamaría en los tiempos de la operación apaciguamiento. Pueden hablar de lo que quieran y todas las veces que quieran. Lo que no pueden es imponer la autodeterminación a los demás. Ni, sobre todo, actuar como si la autodeterminación existiera y declarar la independencia de Cataluña por las bravas.
Gestos, los que se pueda, pero dentro todos del marco de la "seguridad jurídica" que es esto que ayer pactaron incluir Sánchez y Torra en el comunicado conjunto para no hablar de la Constitución.
Un gesto entiende el Gobierno que es trasladar allí el Consejo de Ministros. Se va aprobar hoy el aumento del salario mínimo a 900 euros (pactada con Podemos) y la subida de las pensiones (que en su día Rajoy pactó con el PNV y que el Gobierno Sánchez ha asumido como propia). Estamos a la espera de saber si habrá o no otro gesto más. Otra sorpresa, como decía ayer Bolaño en La Razón.