El Blog de Alsina

Poniéndole una vela al apóstol Santiago

Les voy a decir una cosa

Poniéndole una vela al apóstol Santiago, patrón de España, y encomendándose a Konrad Adenauer, canciller de la Alemania que salió de la guerra y “padre fundador” de la comunidad económica europea, dos ministros del gobierno Rajoy han echado la mañana en Compostela persuadiendo (o intentando) a sus colegas del gobierno alemán de lo bien encaminadas que van las reformas y el efecto benéfico que tendrán con el transcurrir del tiempo. “Oye, Schauble, le habrá dicho De Guindos al colega, “no me negarás que estamos haciendo todo lo que nos decíais, como un merkeliano más, a ver si a cambio podéis tener con nosotros un detallito”.

ondacero.es

Madrid | 30.04.2012 20:00

Luis de Guindos y su homónimo alemán, Wolfgang Schäuble - Imagen de archivo | EFE

Éste ha sido el mensaje que, a tres voces, han llevado a Santiago de Compostela los tres ministros que se encargan de hacer números --y pedir árnica-- a los alemanes, a saber: Soraya Sáenz de Santamaría, Luis de Guindos y José Manuel García Margallo. Estos dos últimos son los que tienen más trato con nuestro tutor germánico, De Guindos porque se junta con Schauble cada vez que hay Ecofin, o reunión del eurogrupo, y García Margallo porque antes de ser ministro se ha pasado veinte años en el Parlamento Europeo --en la comisión de asuntos económicos-- y ha tenido ocasión de hablar de la crisis financiera con todo el que tiene algo que decir en este asunto, es decir, y sobre todo, con los alemanes. Una de las últimas iniciativas que planteó el señor Margallo antes de que Rajoy lo hiciera ministro fue la deuda pública mancomunada, o traducido, algo parecido a los eurobonos ---títulos de deuda pública comunes a los países de la zona euro repartiendo lo ingresado entre los países en función de su peso y su calidad crediticia---, pero sin llegar a ser eurobonos, porque Alemania nunca ha dejado de oponerse a esa fórmula, como bien sabe el hoy decaído Sarkozy, que perdió el pulso con la señora. Margallo es, junto con Guindos, el hombre al que Rajoy le tiene encomendada la tarea de hacer méritos, y hacerse querer, por los alemanes. Y a Santiago de Compostela han ido, por decirlo en lenguaje coloquial, a comerles la oreja. O dicho en alemán, verlangsamen (fer-land-sam), que significa “afloja”, “retrásalo, Angela, retrásalo”. ¿El qué? El 3 % máximo de déficit en 2013. Que nos aflojen la marcha del ajuste y que se inventen la manera de poder estimular un poco la actividad económica, éstos son los objetivos que se ha marcado Rajoy ante Alemania, sin desatender el que, para él, sigue siendo principal, que es demostrarle a la señora Merkel que él es tan bravo y tan devoto del déficit cero como ella (aunque, en realidad, no lo sea). Si los ministros han tenido ocasión, entre charla y charla, de echar un vistazo a las ediciones digitales de la prensa de fuera, habrán podido comprobar que el Wall Street Journal encabezaba su portada con la recesión de España, que el Times de Nueva York   citaba el escaso impacto que el dato estadístico había tenido en las bolsas y que Le Figaro de Francia, en la semana en que sabremos si Sarkozy sobrevive o es historia, subrayaba, más que ninguna otra noticia, la pésima situación económica de sus vecinos de abajo, es decir, nosotros. Nada de todo esto es noticia para quienes hoy estaban reunidos en el hotel de Santiago donde la Fundación Konrad Adenauer ha organizado estos tres días de sesiones que, al final, se han convertido en una mini cumbre hispano-alemana. España está en recesión, ciertamente, España llega en recesión y con la tasa de paro en el 24 % a este último día del mes de abril: nos hemos ventilado ya un tercio de 2012 y las cosas andan como andan. O sea, mal. Sin visos de recuperación cercana, con los mercados desafiantes y con la sociedad desfondada. El gobierno se está mostrando más rápido en la ejecución de los recortes y las reformas que en la explicación pública de la cosa. Cada viernes, más medidas, proclama Rajoy, más madera. Su orquesta no deja de tocar ni un momento, pero la música suena desafinada. Se pretende que todo forma parte de un plan, y un calendario, perfectamente diseñado pero los hechos revelan que se trampea mucho, sobre la marcha. De Guindos recurrió a esta frase para describir la trayectoria del gobierno: “La economía es como un buque, lleva una dirección pero se van tomando decisiones para modificar el rumbo si éste es erróneo”. S.O.S., ¡vuelven los símiles náuticos para hablar de economía! Agárrense al salvavidas, no hay gobierno que no caiga en la tentación de verse como el capitán que dirige el trasatlántico desde su puente de mando. No aprenden, oiga. Aun no se han dado cuenta de que cada vez que un ministro dice “esto es como un buque”, todo el mundo piensa en el mismo buque, ¡el Titanic! Tan reciente como tenemos el aniversario, ahora que todos hemos aprendido que la decisión que se tomó para modificar el rumbo del barco cuando apareció el iceberg fue tan errónea que, en lugar de salvarlo, lo mandó al fondo del océano atlántico. Qué necesidad había, Luis de Guindos, de recordárnoslo haciendo símiles náuticos. Cada vez que un gobierno dice que el país es un buque cuyo rumbo va marcando el presidente uno tiene la sensación de que olvidan que los ciudadanos no somos pasaje, sino tripulación, no estamos en el bar de cubierta tomando unos daikiris o en la piscina tostándonos la espalda, somos los que remamos, los que se dejan los cuernos echándole carbón a la caldera para que los motores sigan funcionando. Por eso se agradece que el capitán, aunque esté tan ocupado en su puente de mando, encuentre cinco minutos para darse una vuelta por la sala de máquinas a contar exactamente a dónde vamos. El gobierno aún confía en que la comisión europea, a la vista de la mala situación económica que atraviesa toda la zona euro, aparque, retrase, los objetivos de déficit para el próximo año, no sólo para España, pero especialmente para España porque venimos de donde venimos y estamos como estamos. Alemania, por ahora, no da señal alguna de estar por la labor de aflojar en el ajuste. Es verdad que la señora Merkel salpica ahora su discurso con un par de menciones a la “agenda del crecimiento”, cosa que tampoco es del todo nueva porque ya en enero lanzó con Sarkozy la idea aquella de acompañar los recortes con medidas que ayuden a reactivar la economía, todo muy en abstracto y sin comprometer, por supuesto, nuevos fondos públicos. Para ella “crecimiento” no es lo opuesto a la lucha contra el déficit, sino bien al contrario, la consecuencia lógica de ésta. Mario Monti, el italiano tecnócrata al que mucho querían ver como el cabecilla de una revuelta europea contra la obsesión por el déficit de la alemana, sigue jugando sus cartas para ganar peso e influencia. No sólo ha respaldado a Merkel en su afirmación de que el pacto fiscal europeo de enero es innegociable ---aunque gane Hollande--- sino que tiene en marcha un plan para que ese plan se ratifique en los parlamentos de Italia y Alemania el mismo día, o dicho de otro modo, para emerger como nuevo socio privilegiado y leal de Alemania. Algo parecido a lo que está intentando Rajoy cada vez que recuerda la estabilidad que le proporciona su mayoría absoluta, frente a un Monti que ni siquiera ha pasado por las urnas. De manera que sí, todo el mundo trabaja --por si acaso-- con la hipótesis de que Sarkozy pierda. Pero no porque Merkel se quedaría sola, sino porque se quedaría viuda. A lo que aspiran los primeros ministros es a ganarse su afecto para ocupar el lugar del difunto.