A Montoro le hubiera gustado ser Clint Eastwood
Les voy a decir una cosa.
Es la escena más recordada de la película. Clint Eastwood, queinterpreta a Highway, entra en el barracón donde están los reclutas gallitos e indisciplinados. Les dice: “soy el sargento de artillería Highway, he bebido más cerveza y he orinado más sangre que todos vosotros juntos, capullos”. Los reclutas, que aún no se dejan impresionar mucho, ponen cara de “¿esto de qué va?” Y Highway se lo explica: “Me han dado el mando para adiestraros y pienso hacerlo”. Uno de los soldados se revuelve: “No nos hace usted falta para nada”, dice. Y el sargento replica: “Voy a haceros falta hasta para ir al cuarto de baño”. Bueno, en realidad dice otra cosa, pero hay niños escuchando.
Es posible que a Montoro le hubiera gustado ser Clint Eastwood, aunque obviamente no tenga su planta. Y es seguro que, entre los muchos papeles que interpreta como ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, el que más le reconforta es el de perro de presa de los gobiernos autonómicos, el sargento de hierro que los metió a todos en vereda. “Soy Montoro Highway, he orinado más sangre que todos vosotros juntos, capullos”.
Hoy les toca a los gobiernos autonómicos pasar examen ante el gobierno central. Consejo de Política Fiscal y Financiera: a un lado, los consejeros de Hacienda, al otro, el ministro Montoro. Ha tenido que pasar tantos exámenes recientes el gobierno central ante nuestros socios europeos -Eurogrupo, Ecofin, comision europea, consejo-, y ha tenido que encajar tanto rapapolvo, que anda con ganas de ser él quien examine y quién dé collejas. En misión de avandazilla, el lugarteniente del sargento de hierro, señor Beteta, les soltó un soplamocos a los gobiernos autonómicos esta mañana, en una entrevista en Onda Cero. “Iban a cerrar seiscientas empresas públicas”, dijo, “y de momento sólo han cerrado dos”. Un 0,33 % de cumplimiento. Este cuento también ha cambiado un poco en las últimas semanas.
La última vez que el gobierno informó de las cuentas de las comunidades autónomas -primer día de junio, Montoro en la Moncloa con power point- manifestó con alborozo que se había alcanzado en el primer trimestre el equilibrio presupuestario: déficit cero en las regiones españolas, qué buena noticia para Bruselas. Es verdad que el dato tenía truco -tampoco nadie lo negó- porque en ese primer trimestre el gobierno había adelantado a las comunidades casi todo el dinero que les correspondía recibir este año, de ahí que las cuentas autonómicas aparecieran límpidas a costa de que las del gobierno central encajaran el déficit. Pero como veníamos de una semana muy dura en los mercados financieros, con la prima por encima de quinientos y con ofensiva diplomática del gobierno en Berlín y Washington en busca de aliados, como estábamos necesitados de ofrecer algún dato positivo que acreditara que nos estábamos tomando lo del ajuste autonómico en serio, aquel examen sobresaliente que acababan de pasar los gobiernos regionales fue oportunamente aireado por el gobierno.
Mes y medio después, lo que el gobierno deja caer a quien le pregunta es que anda muy preocupado porque las autonomías se han echado a dormir y no terminan de ejecutar los recortes que tenían prometidos. Si Bruselas no se fía de Madrid, Madrid no se fía de Valencia, de Murcia, de Sevilla, de Barcelona. Si Berlín ha conseguido estar encima de nosotros para atarnos en corto, Madrid quiere hacer lo mismo con cada uno de los gobiernos autonómicos: que rindan cuentas cada poco tiempo para demostrar que están metiendo la tijera, y en caso de que no lo hagan, ¡que suenen los clarines!, primer aviso. El gobierno le dirá a la autonomía remisa: ¡apúrese! Le hará recomendaciones a la manera en que la comisión europea le recomienda cosas a Rajoy, donde dice “le recomiendo que suba impuestos” debe leerse “que los suba, leches”. Ésta es la idea.
Y en caso de que el gobierno autonómico persevere en la apatía, tomará medidas que podrían acabar con el gobierno regional intervenido. ¿Y puede hacer todo eso el gobierno central? Por supuesto. Ahora sí puede. No sólo porque aprobó cambios legales que lo hacen posible, sino, y sobre todo, porque tiene a las comunidades autónomas en el mismo sitio en que Europa ha conseguido ponernos a nosotros, sin margen para escoger, como dijo ayer el presidente del gobierno, sin libertad para insubordinarse. Porque son los gobiernos autonómicos los que necesitan como el comer la asistencia financiera del Estado. De manera que si a alguno de los consejeros se le hubiera ocurrido decirle al sargento Montoro “no nos hace usted falta”, él habría respondido “voy a haceros falta hasta para ir al cuarto de baño, amigos”.
En la reunión de esta tarde, por lo que se sabe, el gobierno ha empezado por decirles a los consejeros que no se hagan líos. Que aunque hayan leido en los diarios que la comisión europea le ha dado a España cuartelillo para el cumplimiento del déficit este año -en lugar del 5,3 a final de año podrá ser un punto más, el 6,3-, a los gobiernos autonómicos no les afecta. O sea, que el punto de margen se lo queda la administración central y las comunidades siguen estando obligadas a cerrar el ejercicio con un 1,5 % de déficit máximo. Habrá habido murmullos en la sala: hombre, Cristóbal, no seas agarrado, danos algo, compartir es vivir, suelta la correa.
Pero el gobierno tiene la sospecha de que, si teniendo un 1,5 de objetivo ya le cuesta que las autonomías cumplan, como les relaje el objetivo no cumplen ni de broma. Primero, que se lo ganen, dicen en Hacienda. ¿Cómo? Ejecutando ya los recortes que tienen prometidos. En ese pulso están el gobierno central y los gobiernos autonómicos, la inmensa mayoría de ellos del mismo partido que Montoro. En ese pulso y en el de cómo se reparte el IVA adicional que se va a recaudar este año al entrar en vigor la subida. Si se recauda más, dicen los gobiernos autonómicos, que nos toque algo también a nosotros.
El gobierno aprieta a las autonomías para que cumplan. A cambio ha concedido la fórmula de financiación que éstas reclamaban: los hispanobonos. Deuda pública emitida por el Estado pero cuya recaudación se reparte luego entre las autonomías. En realidad el problema de los hispanobonos es el mismo, en este momento, que el de los bonos normales, los de España, y es que no hay manera de colocarlos a un interés aceptable. El mercado sigue imposible para el Estado español. Dices: ¿pero cómo, después del recortón que Rajoy anunció ayer seguimos en éstas? Pues hoy, por lo menos, seguimos. Con la prima por encima de 540 y el bono en 6,6 %.
¿Y entonces? Si haciendo todo lo que Europa nos ha dicho que hagamos el mercado sigue cerrado para España, ¿qué hacemos, qué pasa ahora? Pues si esto no cambia en los próximos días, seremos un país con medidas de ajuste similares a las que tuvieron que aceptar los países rescatados, pero sin la única parte positiva que tiene el hecho de ser rescatado, que es que te presta el dinero la Unión Europea a un interés bajo. Vamos a ver cómo discurren las próximas semanas y el temible mes de agosto. Pero tiene sentido que en algunos ministerios hayan empezado a preguntarse si, para estar así, no será mejor ya que nos rescaten del todo.