Monólogo de Alsina: "Fuego amigo"
No es verdad que Pablo Iglesias le haya ofrecido a Donald Trump listas conjuntas a la Academia de Suboficiales de Westpoint. A Donald Trump nadie le está ofreciendo ni agua.
Bueno, que nadie vuelva a decir que el Senado no sirve para nada. Sirve para enredar con las listas en vísperas de una campaña. Y para crearle otro problema al candidato eccehomo de esta nueva convocatoria electoral, que es Pedro Sánchez.
Al paso que vamos, lo milagroso del aspirante socialista no será sobrevivir al 26 de junio. Será llegar vivo a ese día. En su partido, venga a predicar lealtad, no paran de hacerle favores a Pedro Sánchez.
• Un día sale un barón y dice que con subir dos o tres escaños no basta.
• Al día siguiente sale otro barón y dice que Susana Díaz competirá por la secretaría general seguro.
• Y un día después sale un tercer barón que pasa olímpicamente de lo que acaba de sentenciar su secretario general y se ofrece a hacer manitas con Podemos para ir jujtos a las elecciones al Senado. La rebelión valenciana que Ferraz intenta sofocar esta mañana.
Hablemos del Senado. Primero, una de divulgación, o de recordatorio.
Aunque el Senado es una cámara a la que no le hacemos ni puñetero caso, tiene una singularidad interesante. Los votantes podemos escoger senadores de partidos políticos distintos. Nos dan un papeleta con tres aspirantes por partido y, si buenamente queremos, podemos elegir uno de cada. Usted selecciona tres nombres y, después de sumar los votos, los cuatro más respaldados son los nuevos senadores de su provincia. Listas abiertas, aun con la selección previa de los partidos que imprimen ahí sus tres nombres.
Como los electores, aun declarando siempre que estamos deseando que haya listas abiertas, cuando las tenemos las usamos poco, lo habitual es que el partido que gana las elecciones en su provincia coloque a sus tres senadores en la Cámara Alta. Por eso el PP tiene hoy mayoría absoluta, porque fue el más votado en casi todas las circunscripciones.
Al PSOE valenciano se le ocurrió reeditar esta vez una idea que Almunia ya probó en el 2000 con Paco Frutos. Presentar una lista común al Senado en algunas provincias para sumar los votos de las dos formaciones y que fueran sus senadores los escogidos. La iniciativa, repito, fue del PSOE valenciano. Que invitó a Compromís y a Podemos a negociar una lista común al Senado. Curiosamente, fue Podemos quien menos lo veía. Frío, frío. Pero después se le debió de encender la bombilla a Pablo Iglesias y vio en esta iniciativa un magnífico anzuelo. ¿Para qué? Para devolverle a Pedro Sánchez su propio argumentario. Donde las dan las toman. Si el PSOE martillea con el estribillo de que por culpa de Podemos sigue gobernando el PP, Podemos se asegura el mismo estribillo pero en sentido inverso: es culpa del PSOE que el PP pueda mantener su mayoría en el Senado.
Era muy previsible que, siendo tan burdo el anzuelo, Sánchez lo esquivara. Eso es lo que hizo a primera hora del martes: si el PSOE está predicando que Podemos se ha radicalizado, que es comunismo, que ha forjado una pinza con el PP, no va a ir del brazo morado a la cámara alta. “No gracias”, dijo Sánchez, dando a luz una de las frases del día.
Que venía a ser un “no cuela”. El problema con el que Sánchez no contaba es que sus compañeros valencianos le dijeran a él “habla por ti, Pedro”.
Diez horas después de que el secretario general del partido desechara la oferta desquite de Iglesias la dirección del PSOE valenciano anunció para hoy una reunión con Podemos con vistas a intentar una candidatura conjunta al Senado, atáme esa mosca por el rabo. Asfixiando a Sánchez en el Botánico.
A Oscar López, portavoz socialista en el Senado, le preguntó Del Cura en La Brújula qué va a pasar con la revuelta valenciana.
No habrá alianza con Podemos ni en Valencia ni en ningún otro sitio, sentencia el portavoz en el Senado sin esperar, por cierto, a que el comité federal de su partido debata y decida sobre el asunto. Ciertamente, lo previsible es que el comité respalde a Sánchez en su quietos paraos respecto de Podemos, pero viendo el mar de fondo que se está produciendo en el PSOE —-sin noticias aún de quién será la número dos de Sánchez en Madrid y sin que se le haya escuchado aún a Madina decir que a él le va bien ser el número siete— casi mejor esperar a ver qué pasa. Porque va a tener que decirle Sánchez a Puig y a Lambán lo que antes le decía a Rajoy.
¿Qué parte del “no” no han entendido? Si el segundo partido político del país, segunda fuerza parlamentaria (todavía) se ha propuesto persuadir a la opinión pública de que es el ejército de Pancho Villa —-sálvese quien pueda— está alcanzando cotas de éxito nunca antes vistas. A seis semanas de unas elecciones, y haciéndole la peineta al líder propio.