Monólogo de Alsina: "Espejito, espejito"
En esta mañana que ha amanecido en color. En colores: rojos y blancos.
Si usted, da igual donde me esté escuchando ahora, en el coche, camino del trabajo, apurando el café antes de salir de casa, soplándole en la cara a ese crío que tiene que es como un cesto y hoy tampoco se levanta solo, si usted está afeitándose y al mirarse en el espejo —-mírese, mírese— comprueba que se le humedecen los ojos al escuchar estas palabras, atienda:
“Porque siempre la afición /
se estremece con pasión /
cuando quedas entre todos campeón” /
…si a usted se le caen ahora mismo lagrimones como huevos, con perdón, al escuchar la letra de su himno, entonces forma usted parte del cinco por ciento de los españoles que es del Atlético de Madrid. Lo notará también porque, a diferencia de mí, usted no dice Atleti, con esa “T” que claramente está ahí porque ustedes, los del Atleti, tienen licencia para comerse la “T” y llamar a su equipo como les parezca.
Guardiola ya está fuera y el Cholo, y el cholismo, ya está dentro. Milán es un ciudad preciosa, ya verán. Ha dado al mundo atractivos turísticos tan diversos como el teatro La Scala, el castillo de los Sforza o a Silvio Berlusconi.
Según el CIS, el cinco por ciento de los españoles es Atlético. El 33 por 100 es del Madrid. Esta noche les toca a los blancos.
El CIS, que es la biblia de las encuestas en España, nos ha ofrecido un retrato interesante de los españoles. Mírese al espejo, como diría Juan Vicente Herrera, y dígame si se reconoce. Nos declaramos muy sociables, extrovertidos, bastante felices y poco amigos de leer libros.
La cuarta parte de nosotros no vota nunca. Y entre estos que no votan, si lo hicieran la mitad se repartiría entre PP y PSOE. El cuarenta por ciento de nosotros recibe algún subsidio del estado, sobre todo paro y pensiones. Muy satisfechos de cómo funciona nuestra democracia no parece que estemos. La mayoría dice que más bien no. Y la mayoría confía poco en el Parlamento, en los partidos políticos, en el poder judicial y en los medios de comunicación. De los bancos, ni hablamos. Ni es extraño que, en general, nos declaremos poco confiados en el resto de la gente.
Aunque Estrella Morente diga que estamos hartos de que los dirigentes no dialoguen, ocho de cada diez de nosotros —-siga usted mirándose al espejo— dice que votará lo mismo en junio que en diciembre. Sabiendo qué parlamento salió entonces y lo poco operativo que ha resultado, la abrumadora mayoría repetiría —o repetirá— su voto. El PP gana en la categoría de votantes que siempre le apoyarán, sin ninguna duda, pero también en la de quienes nunca le votarán ni por asomo, haga lo que haga para parecer más simpático.
No ha preguntado aún el CIS a los españoles —no nos ha preguntado, espejito, espejito— quién ha tenido más culpa para que haya que votar de nuevo. No hay pistas, ahí, de por dónde puede ir el voto de esa minoría que se plantea cambiarlo. Lo más que saben hoy los partidos es entre los votantes dubitativos, el mayor porcentaje es el de quienes oscilan entre Rajoy y Albert Rivera. Seguidos de quienes andan entre el PSOE o Ciudadanos. Uno de cada diez dudosos se mueve entre Podemos e IU, he ahí lo interesante del pacto. Y mención especial merece ese 0,6 % de los españoles que estuvieron dudando en diciembre entre votar a Rajoy o a Pablo Iglesias. Digamos que el programa de gobierno no debía de ser lo principal para ellos.
Mírese en el espejo y respóndase a sí mismo: ¿encajo en alguna de estas categorías que describe el CIS? Si no encaja tampoco se apure. Es una encuesta. Y no siempre los encuestados responden con sinceridad.
Ejempo (a ver esto qué le parece): solo un 10 % de los españoles confiesa una cierta tendencia a criticar a los demás. El 75 % decimos que para nada. ¿Criticar nosotros? ¿Qué nos toma, por italianos? Los españoles, en inmensa mayoría, decimos que, lejos de criticar al prójimo lo que nos resulta fácil es ponerse en la piel de los demás. En sus zapatos. Y aunque sólo la cuarta parte pertenece a alguna asociación, los que lo hacen deben de formar parte de unas cuantas, porque sale una barbaridad de asociados a ongs y organizaciones culturales y artísticas.
Así nos vemos. En el espejo, quizá un poco distorsionado.
Esta es la sociedad a la que los partidos le vuelven a pedir el voto. Y como señalaba anoche David del Cura en La Brújula, esa otra biblia de la política que es la película “Amanece que no es poco” señaló ya el camino correcto para hacer llevadera una campaña.