El monólogo de Alsina: Historias de Navidad con finales felices
Les voy a decir una cosa.
A continuación procederemos a apagar las luces de este teatro...para siempre. La calefacción, también. Y después apagaremos todas las luces del pueblo para que se vayan ustedes habituando. Porque todo es eléctrico y nos sale por un pico. El teatro es municipal, así que adivinen quién paga.
La noticia del día es que ¡nos quieren subir la luz! A partir de enero, un 11%. Sólo de decirlo ya te entra la titirona. A ver: no digáis que no estabais avisados porque el gobierno ya dijo hace un mes que esto no iba a pasar. Que no iba a subir. Claro, esta es la forma que tiene el gobierno de irnos preparando cada vez que vamos a recibir un estacazo. No va a suceder.
Es un mensaje en clave que tú tienes que descodificar. Significa: vete preparando. Esto el ministro Soria lo admite: dijo que no subiría su parte (los peajes) y, al final, sí que la sube. Un 2 %: dinero que ponemos para que no siga engordando el déficit de tarifa. Pero todo lo demás, hasta llegar al 11%, dice el gobierno, no me lo achaquen a mí que es cosa de estos señores. “Estos señores” son las empresas que producen, distribuyen y comercializan la electricidad, es decir, las compañías eléctricas. Una parte del precio la decide el gobierno, la otra parte la deciden ellas. Dices: qué lío. Fíjate que siempre decimos esto de qué difícil es entender el recibo de la luz. No, lo obtuso no es el recibo, es la subasta.
Esta fórmula que se utiliza para fijar el precio cada tres meses y que, en teoría, consiste en que las compañías compiten entre ellas. Y aquí es donde el gobierno ha gritado hoy, como en los partidos amañados, “¡tongo, tongo!”, porque está convencido de que las compañías han disparado el precio a propósito para tocarle a él las narices (no es un secreto el pulso que mantienen el ministro Soria -el gobierno- y los principales ejecutivos de estas compañías). Dices: le tocan las narices en nuestro trasero.
Pues sí, algo de eso hay. Total, que el gobierno grita ¡tongo! y pide que intervenga el árbitro. El árbitro es una cosa que se llama Comisión Nacional de los Mercados y que, también en teoría, es un órgano que no se casa con nadie. Le corresponde a él examinar esta subasta de hoy y una de dos, o avalarla o anularla. Las eléctricas quieren lo primero, el gobierno quiere lo segundo. Y los consumidores, casi que también. Porque si no, a partir de enero van a poder pagar la luz en España las Koplowitz, Amancio Ortega y Emilio Botín.
Y aquellos de vosotros a los que les toque el gordo el domingo, que espero que seáis todos. Por un décimo te dan 400.000 euros -320.000 para ti, 80.000 para Montoro -. Si te administras bien te da para tener luz en casa todo el año. Que la gente es muy de quitarle importancia al premio. Siempre dice: “No es mucho, pero para tapar algún agujero”.
¿No es mucho? ¿400.000 euros? Na, para darme algún capricho. ¿Capricho? ¡Te puedes comprar medio palacete de los Urdangarín ! O la piscina de la casa de Jorge Lorenzo. Sin las chicas. ¿Visteis el video? Qué tremendo, eh, que llegues a casa y te la encuentres llena de okupas , en bikini. Llama tú a la policía para denunciarlo: que se me han metido en casa quince modelos rubias. ¿Qué te va a decir el agente? “ Pues oiga, no salga”.
Sólo tres días quedan para el sorteo de Navidad. Ya están los niños de San Ildefonso en su colegio calentando, ¿verdad? Ciento cincuenta mil euros. Este año ha ido Raphael a darles un cursillo rápido. Y ha habido lío. Porque Raphael pretende que los niños canten los premios como él en el anuncio. Na na na ná, na na na. Claro, los chavales le han explicado que hay que decir los números, porque si no, ya me dirás tú para qué vale el sorteo. Se han plantado los niños, han exigido la destitución de Raphael, el director del colegio les ha dicho “que no puede ser”, los niños han dicho “si destituyen gente todos los días en la agencia tributaria, a ver por qué no van a poder destituirla aquí”.
Al final se ha alcanzado un principio de acuerdo para que el adiestramiento lo dirija otro. Y es todavía más problema porque los niños exigen recibir un curso de formación homologado. Textualmente han dicho “un curso de los que da la UGT, o sea con langostinos, champán y un maletín de piel falso de regalo”. Amenazaban con hacer huelga de niños cantores. Imagínate el lío. Menos mal que a director del colegio se le encendió la bombilla y les dijo: “O cantáis vosotros, o traemos a la Niña Pastori”. Y ahí se terminó el conflicto. Porque serán niños, pero son españoles, y saben que aquí está en juego la marca España.
Una cosa es que al final no venga Eurovegas y otra que por ahí fuera piensen que los españoles no sabemos organizar el juego. Vaya si sabemos. Llevamos jugando masivamente a la lotería de Navidad desde Carlos III , que es un rey que vino después de Fernando VI y de Felipe V, el rey que convirtió en independentista a Artur Mas, que hace trescientos años todavía no lo era.
Doscientos cincuenta años después, Artur Mas también está jugando a la lotería. Sólo que él lo llama “conquistar el derecho a decidir”. Como aquí también tenemos derecho a decidir, hemos decidido no hablar hoy de esta historia de la consulta.
Hoy Artur libra. Porque prefiero contaros hoy historias de Navidad que hablen de bondad y de finales felices.
Por ejemplo, esta historia que tal vez conocéis y que tiene como protagonista a Danny. Tiene seis años y muchas características que lo definen. Es...rubio. Tiene el pelo liso y peinado así, con raya a la izquierda. Es de los menos altos de su clase. Es de los que, cuando se lo proponen, es capaz de chillar más alto. Le gusta dibujar ventanas con un rotulador gordo. Y le gusta el fútbol americano. Le gusta tanto que, aunque sólo tiene seis años, hace de aguador para el equipo de su colegio, el que forman los chicos mayores, los de diez años. ¿Que qué es aguador? Pues el que lleva el agua. Se encarga de las botellitas de plástico de los partidos, y él las lleva de una forma un poco llamativa porque tiene una forma llamativa de caminar. No es un chaval muy coordinado, digamos. Y tampoco muy hablador, porque hablar no se le da muy bien. Le cuesta traducir lo que piensa a esto que llamamos el lenguaje verbal, o sea, decir cosas. Cuando los chicos mayores -los de ¡diez! años- le preguntaron al entrenador por qué Danny hablaba tan raro y por qué se movía de esa forma tan...curiosa, el entrenador les soltó una palabra que les sonó a chino pero que ya no han olvidado. Les dijo: apraxia.¿Podría repetir? Apraxia.
Que falla un poco la conexión entre la idea y su ejecución. Es como si tú dijeras: voy a decirles a estos señores una cosa. Pero a tu cuerpo le costara en tender que para eso tiene que mover la boca.
Los mayores -los de ¡diez! años- lo entendieron a la primera porque les recordó lo que a ellos mismos les pasa cuando se acaban de despertar por la mañana. Que su cabeza dice: a levantarse. Pero su cuerpo se hace el loco y sigue tan feliz, ahí tumbado. Por lo menos esa es la explicación que Tommy , el capitán del equipo, le dio a su madre la otra mañana: “Es que mi aparato motor”, le dijo, “es como un ordenador, desde que lo enciendes hasta que puedes hacer con él ya alguna cosa pasan varios minutos”. Tommy se lo dijo convencido de estarle descubriendo a su madre un mundo nuevo de conocimientos anatómico-informáticos, pero todo lo que ella le respondió fue: “Anda, anda, anda”.
Que en el idioma de las madres significa que no se han creído nada. Se nota porque lo repiten tres veces. Un solo “anda” es que “vamos”. “Anda, anda” es “no me cuentes cuentos”. Y “anda, anda, anda” es no me cuentes cuentos que soy tu madre, listillo. Ese día ella hizo ver que se enfadaba, pero en realidad la madre de Tommy está muy orgullosa de él.
¿Sabes por qué? Porque se ha enterado de lo que Tommy hizo cuando supo que el niño aguador de su equipo de fútbol, Danny (el del pelo rubio y los movimientos (descoordinados) estaba pasándolo un poco mal. Por culpa de un grupito de enanos como él, los pequeños de seis y siete años, que le gastaban bromas pesadas, le ponían motes y se reían de él todo el tiempo. Ah, porque no os he contado que, además de todas las características de Danny que antes os dije (el pelo rubio, los dibujos que hace con rotulador, lo que chilla cuando se pone) hay otra que ésta sí que es suya y solo suya.
A Danny, seis años, le encanta ir al colegio con chaqueta, corbata y un sombrero de fieltro. Qué te parece. Todos los días, además de su pantalón, su camisa, sus calcetines, se pone una corbata, un sombrero y una chaqueta, que como cuesta encontrarlas de su talla es posible que le queden un poquito grandes, pero tan elegante que se ve él y tan contento que está con su vestuario. A sus padres no les preguntes de dónde le salió a su niño la afición a encorbatarse porque juran que no lo saben. Y si el chaval, en esto, ha salido precoz, adelántandose a la cantidad de corbatas que tendrá que ponerse cuando sea adulto, pues no le iban a frustrar la iniciativa.
El caso es que Danny se presentaba en clase bien trajeado y un grupito de compañeros se empeñaban en martirizarle todo el tiempo tocándole las narices hasta que se avergonzara de ser como es. Entonces se enteró Tommy, el capitán del equipo de fútbol de los mayores -¡diez! años-. Lo primero que hizo fue enfadarse, porque le parecía increíble que esos niños pudieran ser tan crueles sabiendo que Danny tenía eso que les había dicho el entrenador, ¿cómo era?, “apraxia”. Pero después se le ocurrió una idea que hizo que el enfado se le pasara. Porque supo que era una muuuy buena idea. Se la contó a los demás miembros del equipo y a ellos les pareció una pasada de idea. Y cuando se la contó a su madre, ella primero se quedó así, muda y con los ojos muy abiertos, después se le empezó a poner como agüilla en los ojos y luego le dijo“ ¡anda!”.
Sólo 1 “anda”. Que en el idioma de las madres significa “vamos”. ¡Haz realidad la idea y ayuda a Danny!
Al día siguiente, cuando Danny llegó al colegio con su chaqueta y su corbata, ahí va, se cruzó con un niño que también iba trajeado. Y dos metros después, otro niño. Y luego, otro. Y cinco de los mayores que iban todos juntos presumiendo de sus corbatas. Y en la puerta de su clase, esperándole, ¡todos los jugadores del equipo de fútbol vestidos como él! A Danny se le abrieron unos ojos tan grandes que los que le vieron le dijeron luego que parecía un dibujo animado japonés. Y también que se le había puesto un poco de agüilla en los ojos, como a la madre de Tommy.
Los gamberros que le hacían la vida imposible se quedaron tan cortados que a lo mejor hasta se avergonzaron un poco de ellos mismos. Y se los comía la envidia cuando medio colegio empezó a vitorear a Danny y a decirle que es el niño más genial que ha habido nunca en primaria, y el que mejor lleva las botellas de agua en los partidos. Él no dijo apenas nada, porque hablar no es su especialidad, pero su madre ha contado luego que esa noche se fue a dormir llorando a moco tendido. Y que cuando ella, preocupada, le dijo: “pero hombre, ¿por qué lloras?” -bueno, seguramente se lo dijo en idioma más de madre, “¿qué tienes, cariño mío?”- Danny le respondió que lloraba de gusto porque nunca se había sentido tan, tan, tan querido. Fin. Es una bonita historia, ¿no os parece?
Esta es una historia de Navidad. Luego están los cuentos de Navidad, que son otro género. Por ejemplo, el de Montoro, que dice que están subiendo los sueldos. Un cuento.
·Por ejemplo, el de Fátima Báñez cuando dijo que los trabajadores españoles faltamos once días al año sin justificar. Un cuento. (Ha metido a algunos diputados y le ha subido la media).
· Cuando los gobiernos europeos prometen que no pararán hasta que deje de morir gente en Siria, ¿qué nos están contando sino un entrañable cuento navideño?
· Cuando Obama dice que nos espía a todos por nuestro bien, ¡un cuento!
· Solbes sostiene que él avisó de que Zapatero se estaba columpiando. ¿Por qué lo cuenta? Porque es un cuento.
· Cándido Méndez se ha planteado varias veces dimitir pero sus compañeros de laUGT no le dejan. Un cuento.
· Artur Mas sólo piensa en el bienestar de los catalanes. Un cuento.
· Rajoy toma decisiones contundentes sin pensar en el coste electoral que esas decisiones cuando se abran se abran las urnas. Esto son dos cuentos. Que no piensa en los votos y que Rajoy toma decisiones contundentes.
· A Lady Di la mataron por encargo de Camilla Parker Bowles
. Macabro cuento
·El roscón tiene que llevar fruta escarchada. Un cuento.
Entenderéis que entre las historias y los cuentos, uno prefiera casi las primeras.
Dicen que en La Bañeza hace un frío de mil demonios, pero yo conozco pocos sitios tan cálidos como éste. Ahora que no nos oye nadie, y sin que salga de aquí, resulta que, hace ya muchos años, en Laponia, donde vive Papá Noel, tuvieron un invierno particularmente crudo. Tanto frío hacía que Noel tuvo que meter a los renos en casa porque fuera se le estaban quedando como la merluza de oferta, congelados. Al ver todos los renos tumbados en el sofá y jugando a las cartas en la cocina, Noel se sintió Noe, el del arca , y temiendo tener que pasar el resto de sus días conviviendo con aquella fauna, decidió invertir en lo que llaman segunda residencia, es decir, comprarse una casa en España. Y aunque primero, como todos los nórdicos, miró Torrevieja y Denia, allí las temperaturas en eran demasiado altas para una familia como la suya, criada a bajo cero.
Entonces, alguien le habló de una ciudad de León fresquita, dulce (porque tiene la Azucarera), y de vecinos discretos que no andan curioseando en las vidas ajenas porque estando todo el día mirando si les ha tocado algo en los rascas.
El empleado de la inmobiliaria lapona le dijo “señor Noel, además de ser dulce y discreta, esta ciudad produce unas alubias que quitan el sentido”. Y aquí es donde Papá Noel no se lo pensó más porque a Papá Noel le entusiasman las alubias. Si por él fuera, estaría todo el año comiendo alubias. Y por eso, desde hace ya muchos años, Papá Noel pasa largas temporadas en La Bañeza.
Ésta es la última ciudad en donde reparte los regalos en Nochebuena porque termina la faena y ya se queda. A disfrutar del calor, porque estas temperaturas que tenéis aquí en diciembre y enero para él, y para susrenos, son veraniegas.
Y tampoco lo contéis mucho, pero los Reyes Magos, cuando terminan de repartir regalos la noche del cinco de enero, y antes de volverse para Oriente, se vienen a Conrado y se ponen de roscón hasta las trancas. Si os asomáis al escaparate los veréis llenando la panza.
Celebrando el comienzo de las fiestas, desde La Bañeza y para toda España, ¡Feliz Navidad!