EL MONÓLOGO DE ALSINA

El monólogo de Alsina: Enigmas tras el informe de Hacienda

Les voy a decir una cosa.

Viendo la propensión de todos los implicados en el lío éste de las fincas de la infanta para meter la gamba, lo raro es que no le adjudicaran a ella todos los pisos que construyó “el Pocero”.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 26.06.2013 20:09

Después del papel (o el papelón) que la Agencia Tributaria difundió anoche admitiendo (ahora) dos fallos pero achacando los otros once a notarios y registradores, hoy han salido los notarios a decir que ellos son inocentes. Bueno, no del todo, porque ellos también admiten (ahora) que les bailaron las casillas en tres de las operaciones mencionadas. Una en la que pusieron el NIF erróneo en la casilla del NIF y otras dos en las que rellenaron con un 14 una casilla en la que no debían haber puesto nada. Tres errores no en las escrituras oficiales, en el papel, pero sí en el volcado de los datos al sistema, el rellenado de la ficha electrónica. Hacienda, por tanto, admite dos fallos de trece. Los notarios admiten tres fallos. Dos más tres igual a cinco errores. Quedan ocho. ¿Se animan a admitirlos como propios los registradores?

En su afán por tranquilizarnos a todos para que no temamos que la base de datos que tiene Hacienda sea una tómbola en la que a un contribuyente le pueden adjudicar cualquier cosa, los tres actores de este drama (Montoro, los notarios y los registradores) están consiguiendo todo lo contrario, que cunda la impresión de que la ñapa está tan a la orden del día que lo raro es que hasta ahora no hayan pasado estas cosas. Tal vez porque, hasta ahora, no había sido una infanta la imputada (la imputada como propietaria que vende, se entiende, o de que siga o no imputada judicialmente le corresponde decidirlo al juez de instrucción y a la Audiencia de Palma).

Ver al ministro Montoro convertido en penitente -descalzo en peregrinación a Pedralbes, con la túnica parda y el flagelo- estará siendo una experiencia religiosa para todos aquellos que sufrieron en sus carnes el látigo hiriente del locuaz ministro. Locuaz mientras lo fue, porque ahora rehúye a los periodistas. Habla en la sesión de control del Parlamento porque quedaría muy raro que en el Parlamento no parlara, pero vamos, que está el ministro en acto de contrición permanente, pidiendo disculpas y rogando que se deje de hacer sangre. “Nadie vea intención en los errores, por favor, por favor, no hay agujeros negros en el control de los ingresos de nadie”.

Porque la pifia del informe ha abierto otro enigma: si en la base de datos de Hacienda figuraban compraventas de fincas que la contribuyente no había declarado, ¿cómo es que no se le hizo una paralela? Abierta la espita de la duda como consecuencia del formidable patinazo, no cabe que el ministro se extrañe de que la oposición vea fantasmas volando. Su obligación, como responsable de Hacienda, era haber actuado con premura como cazafantasmas, “ghostbusters”, pero en lugar de eso jugó a echar balones fuera a ver si así el asunto se pudría solo.

No está claro si en el ADN político de Rajoy existe la opción de hacer cambios en su equipo de ministros -descrito por él mismo como “los mejores”-, pero en caso de que el presidente se anime alguna vez a hacer limpieza hay pocas dudas de que Montoro lidera en este instante a los tenedores de papeletas. “Sólo nuevos pilotos llegarán a nuevos horizontes”, como diría José Antonio Griñán, o como de hecho dijo hoy Pepe Griñán, en el primer episodio de su despedida larga de la política.

Hoy Griñán se ha hecho un Aznar, un adiós diferido: se pone fecha de caducidad a sí mismo, pero permaneciendo en el cargo hasta que llegue ese momento. Que, en teoría, será dentro de tres años. Quedan tres de legislatura -salvo que el matrimonio de conveniencia con Valderas naufrague- y los tres piensa seguir gobernando el presidente andaluz. Que abre, en todo caso, el proceso para buscarle relevo como futuro candidato (o candidata). A diferencia de Aznar, él no va a elegir a dedo a su sucesor o sucesora. Ni aunque quisiera podría porque en el PSOE andaluz, y a pesar de Guerra, para elegir candidato se hacen primarias. Si la idea es no tener este melón de la sucesión abierto mucho más tiempo -hay melones que provocan siempre diarrea en los partidos- las primarias podrían celebrarse este mismo verano. De manera que la carrera por el báculo del socialismo andaluz ha comenzado, formalmente, esta mañana.

También en esto la trayectoria política de Pepe Griñán ha sido diferente a la de la mayoría de sus colegas. Se va por decisión propia como llegó, un poco de rebote, por decisiones ajenas. Fue sucesor de Chaves contra el criterio de quien entonces dirigía el partido, el tándem Zapatero-Blanco, y por decisión de quien entonces dirigía el partido en Andalucía, Manuel Chaves, apartado de Sevilla por decisión gubernativa (vicepresidente tercero del gobierno, aquel cargo de cartón piedra que ZP se inventó sólo para evacuarlo de Andalucía).

Griñán el sucesor que rompió, como todos, con su mentor y que acabó -a la vejez viruelas- consolidando un liderazgo propio, una personalidad política creciente, tras apagar algunos fuegos (intensos) de contestación interna. A este Griñán no es que lo vistieran de penitente, es que le pusieron la mortaja en aquella campaña electoral en la que Javier Arenas parecía que iba a salirse de la tabla. Es verdad que Griñán encajó la primera derrota electoral del PSOE en unas autonómicas, pero se abrió de brazos a Izquierda Unida y eso le permitió pasar de derrotado a survivor, el barón socialista que sobrevivió a la debacle. Como tal, ha ganado predicamento en el conjunto del partido, donde su voz es respetada y escuchada.

Él lo sabe, por eso su mensaje de esta mañana tiene un efecto colateral claro: Rubalcaba. Que el veterano líder de la federación andaluza predique las bondades de la renovación es una indirecta demasiado directa al veterano líder del partido que encajó en 2011 los peores resultados electorales de la historia. Dices: tampoco es un secreto, Griñán iba con Chacón en el último congreso federal y hace bien poco sugirió que había aspirantes andaluces para el puesto de secretario general del PSOE, es decir, que él hace tiempo que viene evidenciando que da a Rubalcaba por amortizado. Cierto. Pero si a cada frase de las que hoy pronunció Griñán se le añade una coma y un “Alfredo” (hagan la prueba), lo que sale es lo siguiente:

“Un proyecto político tiene que renovarse, Alfredo”.

“Hay que dar paso a savia nueva, Alfredo”.

“Las personas, Alfredo, estamos sometidas a la biología”.

Nuevos pilotos llegarán a nuevos horizontes. Alfredo”.