EL MONÓLOGO DE ALSINA

El monólogo de Alsina: Cinco semanas y media para el clásico y para que empiece a dibujarse el mapa político en España

Les voy a decir una cosa.

Mientras se esté dirimiendo cómo queda el nuevo Parlamento de Andalucía, y cómo queda Susana, cómo Juanma, cómo Maíllo, cómo Podemos; mientras se esté decidiendo quién se queda y de quién ya no queda; y cómo le afecta lo que salga a Pedro, cómo a Mariano, cómo a Chacón, cómo a Monedero, mientras Andalucía esté firmando la primera página de la montara rusa electoral que nos aguarda en este 2015, España estará entregada a la pasión futbolera.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 10.02.2015 20:12

El Barça-Madrid será el 22 de marzo una hora después de que cierren, en Andalucía, los colegios. Se mezclarán en el aire andaluz los gritos de euforia de los futboleros cuando marque su equipo con las exclamaciones de entusiasmo en las sedes según avance el escrutinio. En algunas sedes, se entiende, porque en otras (que podrían ser la mayoría) quedarán ayunos de razones para festejo alguno.

Cinco semanas y media para el clásico, cinco y media para que empiece a redibujarse el tablero político en España. Primer examen, el del susanismo. Fue Susana Díaz quien decidió convocar a las urnas un año antes de que venciera su mandato alegando inestabilidad y buscando, en realidad, atemperar el auge de Podemos (“pillarnos en mantillas”, dicen ellos —bueno, no dicen “mantillas” sino otra prenda), no dar tiempo a Podemos para que se organice y no dar tiempo al PP para que cuaje la idea de que la crisis ya queda atrás gracias a la estabilidad que encarna el señor Rajoy. Susana escogió examinarse la primera. Necesitada, explican los suyos, de una reválida como lideresa, una ratificación de su jefatura en el socialismo andaluz que, al fin y al cabo, heredó por el mismo procedimiento por el que heredó Rajoy el liderazgo de los populares: el que mandaba antes, Griñán, la ungió como sucesora.

La aupó Griñán cinco minutos antes de largarse él al Senado huyendo, según se dijo entonces, de esta juez que en el telediario siempre sale arrastrando una troley, la juez de la maletita, Mercedes EREs Alaya. La broma fácil, y floja, que se hizo aquellos días fue ésa: Griñán diciéndole a Susana: “Mi relevo EREs tú”, no como verbo sino como acrónimo de los expedientes de regulación de empleo políticamente letales. La espantada de Griñán buscaba neutralizar el caso de los EREs desvinculando al partido, en esta nueva etapa, de los gobiernos anteriores. “Me avergüenza la corrupción y la combatiré de manera implacable”, proclamó Susana en su discurso de investidura. Era el mismo PSOE pero habiendo cambiado de cara, una oportuna metamorfosis que ríete tú de Uma Thurman.

Y la metamorfosis, en efecto, ha sido prodigiosa. En el discurso. De afirmar la señora Díaz, siendo consejera, que la juez Alaya estaba empeñada en enturbiar la imagen del gobierno andaluz —“pretende una causa general”, dijo— a afirmar, hoy, como presidenta-candidata: “al que haya defraudado dinero público que lo crujan”. La ventaja de los sumarios sobre presunta corrupción en Andalucía es que casi todos los lleva la misma: la juez Alaya. Y teniendo a esta magistrada como elemento común, el debate que siempre ha habido en la política andaluza es cuál de estos dos casos es más gordo: si el de los EREs o el de los cursos de formación, con muchos más imputados el primero que el segundo pero con muchas más empresas investigadas el segundo que el primero. Las partidas económicas destinadas al empleo, en ambos casos, exprimidas como ubre fastuosa de la que sacar dinero, dinero y más dinero. Dinero público con destino a la buchaca de algunos.

Los detenidos de hoy, al por mayor, por decenas, corresponden al sumario de los cursos de formación, pero también hay 34 nuevos imputados en una de las vertientes del caso de los EREs. En la trama de los cursos el fraude consistía en fingir que se impartían cursos para mejorar las competencias de los empleados de una empresa pero cuyo dinero se quedaban las empresas (algunas de ellas creadas ad hoc sólo para recibir el dinero) y los funcionarios y cargos políticos que lo manejaban. Los candidatos a ser crujidos, por emplear la terminología presidencial, son, entre otros, la ex alcaldesa socialista de Jerez, Pilar Sánchez, como última responsable que era de la empresa pública Mercajerez, que recibía dinero público para hacer cursos.

Se ha apresurado el entorno de la antigua alcaldesa a aclarar que ella no está imputada sino que sólo ha sido invitada a prestar declaración ante la policía. Durante ocho minutos. Y para decir, a lo Artur Mas, que ella no tenía ni idea, que todo lo tenía delegado en el gerente de la empresa. Ella no sabía, oiga. Si Strauss Kahn no sabía que a sus orgías iban prostitutas, si Berlusconi no sabía que Ruby Robacorazones era menor de edad, si Rajoy no sabía que hacía Bárcenas y Felipe no sabía quién era Amedo, a ver por qué esta alcaldesa iba a tener que saber lo que hacía Mercajerez con el dinero que recibía. Es verdad que la señora Sánchez imputada por este caso no está. Estuvo imputada por otro, el desvío de dinero del plan E que la entonces alcaldesa empleó para pagar nóminas del ayuntamiento. Imputada y juzgada y condenada, tiene la sentencia recurrida ante la Audiencia Provincial de Cádiz.

Aunque la mayoría de los cargos políticos detenidos hoy es del PSOE, hay también un concejal del PP y otro detenido cuya filiación política no consta pero sí la filiación espiritual, es un cura católico que cobraba por dar cursos (o sin necesidad de darlos, esto es lo que se está investigando). Cabe decir, por tanto, que es un caso de presenta corrupción transversal. O transversal tirando a PSOE, tal como la Púnica, por ejemplo, es tranversal tirando a PP o como transversal pura son las tarjetas de Caja Madrid, para entendernos. Y antes de que me escriban dirigentes de UPyD, recordemos: no hay tarjetistas en el partido de Rosa Díez. Ni en Ciudadanos. Ni en Podemos.

Susana quiere crujir a los malversadores por el daño causado (y por el daño que le pueden causar ahora a su campaña) mientras Juanma (antes Moreno Bonilla) confía —porque en algo habrá de confiar— en que la resurrección mediática de los cursos y los EREs le ayude en una carrera que casi toda la dirigencia popular da por perdida. En tres semanas y media comienza una campaña que lleva empezada, en realidad, hace muchos días. Aunque en público ya no toque decirlo, a quien más teme el susanismo no es ni a Moreno ni a Maíllo ni a Teresa Rodríguez. La china en el zapato capaz de producir titulares sigue siendo la juez de la maletita, la que nunca delega, señoría Alaya.