OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Es una crisis personal, no democrática"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la decisión de Pedro Sánchez de tomarse unos días para reflexionar sobre su permanencia al frente del Gobierno y la asociación que hace el PSOE de esta crisis personal como si fuese una crisis de la democracia española.

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Carlos Alsina

Madrid |

Si al menos supiera Santos Cerdán a qué hora anunciará su jefe el lunes qué quiere hacer con su vida podría alquilar un cronómetro gigante para colgarlo en la fachada de Ferraz. La cuenta atrás hacia el día D y la hora H.

Máxima zozobra en la familia socialista

Quedan tres días, tres horas, cincuenta y ocho minutos, trece segundos. Doce segundos. Once segundos. Nada atrapa más que una cuenta atrás. Y nada angustia más a quienes hoy viven en la turbación de no saber qué será de ellos el lunes por la tarde. Aquí el único que decide es Sánchez, pero si cae Sánchez temen caer detrás quienes integran su familia política más estrecha. Que no es muy numerosa y anda digiriendo el disgusto de ver cómo el cabeza de familia rumió primero, y difundió después, su carta-amago-de-espantada sin prevenirles, ni sondearles, ni contar con ellos para nada.

Nada angustia más a quienes hoy viven en la turbación de no saber qué será de ellos el lunes por la tarde

La zozobra, hay que entenderlo, es máxima. No tanto por la hondura que tendría la retirada presidencial como por haber comprobado el peso real que hoy tienen todos ellos: ministros, barones, dirigentes locales y animadores de mítines (o sea, Zapatero); nadie sabía y nadie sabe.

Enternece escuchar a los ministros esforzándose en explicar una situación como ésta a la vez que admiten que se enteraron por Twitter. Fingen estar al cabo de la calle cuando el líder les hizo ver el miércoles que él va por libre. ¡Porque es un tema personal!, dicen a coro, ¡exclusivamente personal y ponerlo en duda es anatema! Sí, claro, tan personal que no sabemos si el lunes a mediodía seguirá habiendo presidente de gobierno en España. Porque no sabemos si al actual presidente le merece la pena -expresión suya- seguir siéndolo.

El presidente hoy no hace nada. Como ayer. Como mañana

El presidente hoy no hace nada. Como ayer. Como mañana. El domingo, descansa. Él mismo ha explicado que necesita parar para reflexionar. Bien es verdad que sin concretar qué entiende por parar. Sus subordinados y correligionarios del partido podrían haber elegido emular al presidente y dejarle tranquilo en sus cuatro días de reflexión familiar. Ha pedido tiempo e intimidad, démosle tiempo e intimidad. Después de todo, es una crisis personal. Pero han elegido lo contrario: hacerse notar en los medios -sobre todo en algunos medios- y en la calle para condicionar la reflexión de su líder y meterle presión para que no los abandone.

Es comprensible que quieran hacerle saber que están con él y secundan todo lo que dice (es más, secundarían cualquier cosa que hubiera dicho). Pero ocurre que Sánchez eso ya lo sabe. De sobra sabe que la militancia del PSOE está con él, que la mayoría del Parlamento está con él, que Zapatero (curado de su antisanchismo de origen) está con él. Contra la derecha, faltaría más; contra la ultraderecha, con mayor motivo; contra los medios que hablan de Begoña, claro que sí; contra los jueces que abren diligencias basadas en recortes de periódicos, nuevo comodín para desacreditar informaciones como si todos los recortes fueran lo mismo.

Está en marcha la operación 'no te vayas, Pedro, no te vayas'. Todos somos contingentes, pero tú eres necesario

Sánchez ya sabe todo eso. Y aún así, lo que ha explicado en su carta es que igual no merece la pena gobernar España si el precio es que Begoña se vea todo el día en los papeles. O en un juzgado. Y eso es lo que le están diciendo sus partidarios: que sí merece la pena. Que por encima de sus tribulaciones personales está el combate ideológico.

Está en marcha la operación ‘no te vayas, Pedro, no te vayas’. Todos somos contingentes, pero tú eres necesario.

Militante socialista, no te quedes quieto

Que ni se le ocurra irse. Le están organizando un homenaje popular en la confianza de que ver cien mil sanchistas en la calle un sábado -autocares con bocadillo y selfie mediantes- le conmueva lo bastante como para hacer suya la decisión que le están reclamando. Ha dicho Zapatero, enamorado de su nuevo papel de activista-pro-Sánchez: todo el que pueda hacer algo, que lo haga, porque es un debate público.

Que viene a ser lo mismo que Aznar contra la amnistía: el que pueda hacer algo, que lo haga (y el PSOE le acusó de instigar una rebelión). Militante socialista, no te quedes quieto. Quien tenga un altavoz, que lo use; quien tenga Twitter que defienda el progresismo con un hashtag. Qué menos que un tuit y qué menos que un hashtag para limpiar España del fango que la ahoga. Qué menos que un hilo, seamos ambiciosos, José Luis.

El calor popular y la calle contra un juez y varios medios digitales. Y contra el PP y Vox, por supuesto

Paradojas de la agitación política: los mismos que se rasgan las vestiduras porque alguien pueda pensar que Sánchez difundió su carta buscando el calor del pueblo contra un juez y varios medios digitales -¡que no hay cálculo, hombre, que es el corazón de un hombre tocado el que habla!- echan el resto para conseguir que sea justo eso lo que suceda: el calor popular y la calle contra un juez y varios medios digitales. Y contra el PP, por supuesto. Y contra Vox, sólo faltaba. Y por amor a la democracia.

Identificar la democracia consigo mismos

Ya le han copiado a Pablo Iglesias otra cosa: esto de identificar la democracia consigo mismos. Fue una fórmula muy de Podemos, aquello de ‘todo demócrata tendrá que estar de acuerdo con esto que estoy diciendo’. Burda forma de decir: quien no comulga conmigo, no es demócrata. De primero de pensamiento único.

Ocurre que disentir de Sánchez y de su triple salto mortal con tirabuzón de esta semana no te convierte en contrario a la democracia

Ocurre que disentir de Sánchez y de su triple salto mortal con tirabuzón de esta semana no te convierte en contrario a la democracia. Acudir a Ferraz a corear ‘no nos dejes solos’ te convierte en partidario de que Sánchez permanezca y no se le toquen las narices a Begoña, pero tan demócrata es el que va a Ferraz como el que se va de compras porque no ve que esté justificada la reacción del presidente a unas diligencias judiciales ni comparte la descripción que hace de España en su ya legendaria carta.

No es la democracia lo que está en crisis, es Sánchez

No se me apropien de la democracia que es de todos. No es la democracia lo que está en crisis. Ni porque gobierne Sánchez ni porque deje de gobernar. Tan democrático seguirá siendo este país si el lunes Sánchez se queda como si se marcha. ¿O no son el propio presidente y sus ministros quienes nos han recordado lo impecablemente democráticos que nos ve el The Economist? Ahora es cuando hay que presumir de ello, no supeditar la salud de la democracia española a que Sánchez atienda al clamor de los suyos y aborte su principio de espantada.

Tan democrático seguirá siendo este país si el lunes Sánchez se queda como si se marcha

Hacer visible el afecto y la admiración por un líder que flaquea es perfectamente razonable: darle aliento. Pretender que la continuidad de ese líder es la prueba del algodón de la democracia es un dislate. No es la democracia lo que está en crisis, es Sánchez. Una crisis personal y sólo personal, se lo escucho decir a todas horas a sus viudas preventivas instaladas desde el miércoles en el sofoco.

Sosiéguense. Porque si Sánchez nos dice el lunes que ya superó sus dudas y se queda habrán de esforzarse en justificar que todo fue real, no un truco calculado. Y si Sánchez se va, habrán de justificar el impagable servicio que presta al progresismo inmolándose y lo positivo que resulta, en el fondo, abrir una nueva etapa de luz y de color contra el fango. Pronto las viudas se dejarán cortejar por quien toque y se irán a cantarle al siguiente.