OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Pedagogía, con 'p' de propaganda"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre el precio que ha puesto Junts para su apoyo a los decretos del Gobierno que se votan hoy en el Congreso y que, por el momento, se desconoce si saldrán o no adelante debido a la falta de votos.

Carlos Alsina

Madrid |

A la autojustificación ahora le llaman pedagogía. Puede que sea el comodín más utilizado por dirigentes políticos y comentaristas de todo pelaje. Dicen: hay que hacer pedagogía. Como si el problema fuera que las cosas no terminan de entenderse en lugar de ser al revés, que se entienden tan bien que chirrían.

Ayer decía Feijóo en este programa: nos ha faltado pedagogía con lo de la disolución de partidos. En realidad, se había entendido tan bien que, visto el éxito, él mismo aguó ayer la propuesta dejándolo en suspensión de actividades.

Pedagogía sobre la amnistía

El gobierno, cuando empezó su campaña de evangelización sobre la amnistía, tenía la pedagogía todo el día en la boca. Hay que hacer pedagogía. Los editoriales del periódico oficialista aún no han renunciado al comodín: el problema no es la amnistía, sino que el gobierno no la ha explicado lo bastante. Y no es verdad. La ha explicado tan bien, y desde el primer minuto, que toda España sabe lo que hay.

El motivo de la amnistía es que, sin ella, no me invisten. Amén

Lo dijo Sánchez, en aquel memorable ejercicio de pedagogía orgánica ente el comité federal de su partido: el motivo de la amnistía es que, sin ella, no me invisten. Amén.

Educar a los españoles en el arte de la negociación promiscua

La inalcanzable pedagogía gubernativa, autojustificación de una cosa y su contraria (según toque), afronta hoy un nuevo desafío: educar a los españoles en el arte de la negociación promiscua, ahora a la derecha, ahora a la izquierda y ahora a Puigdemont, que es de derechas pero le tratamos de progresista.

Los tres decretos que son como las tres estaciones del primer vía crucis del año

En el arte de la negociación promiscua hemos asistido esta semana a tres llamadas, tres, del gobierno al PP para pedirle que aceptara salir de suplente en el pleno parlamentario de los tres decretos. Los tres decretos que son como las tres estaciones del primer vía crucis del año. El PP se sonrió -no alcanzó lo de Feijóo categoría de carcajada patológica- y el gobierno descartó al suplente y se puso a cortejar de nuevo al titular, que es el de Waterloo.

Por qué ha de ser discriminada una empresa por haber cambiado en su día de sede social

Por uno de esos misterios insondables de la negociación política, Junts pasó de repudiar los tres decretos con argumentos categóricos -¡invasión de competencias, infrafinanciación, riesgo para la amnistía!- a aceptar que se le dé una vuelta a esto de las empresas que trasladaron su sede fuera de Cataluña.

Triple salto mortal con tirabuzón y media pirueta: cómo pasas de denunciar que te quieren tangar con la cuestión prejudicial a aceptar el tongo si le meten, a cambio, un puro a las empresas. Que se fueron. Quiero ver yo al ministro Cuerpo, debutante, hacer pedagogía sobre las bondades de que el gobierno de un país se dedique a perseguir a las compañías que no tengan su sede social en la región que el gobierno decida; quiero verle hacer pedagogía sobre el porqué ha de ser discriminada una empresa por haber cambiado en su día de sede social y no querer ahora descambiarla.

Junts pone precio a su apoyo a los decretos

Ayer nos despertamos con la noticia -lo contamos aquí- de que Junts ponía nuevo precio a su apoyo a los decretos, exclusiva de La Vanguardia. El precio era que el gobierno se comprometiera a cambiar la ley para poder hacer dos cosas: dar privilegios a las empresas que tienen su sede en Cataluña (incentivos, es el eufemismo que usan los gobiernos cuando los privilegios los conceden ellos, si los concede el de enfrente lo llaman dumping) y castigar a las empresas que sigan teniendo su sede en cualquier otra comunidad autónoma (multa por elegir quedarse donde está).

No es incentivar en lugar de multar o multar en lugar de incentivar. Son las dos cosas a la vez. Adelante, portavoz puigdemómico, señor Rius.

Dar privilegios a las empresas que tienen su sede en Cataluña y castigar a las empresas que sigan teniendo su sede en cualquier otra comunidad autónoma

Sancionar por haberse ido y no volver. La primera reacción, natural, al leer semejante planteamiento es ‘están de broma’. Pero no, a Puigdemont no se le conoce sentido del humor (Joaquim Torra, a su lado, es Eugenio).

Pedagogía va, pedagogía viene

La información añadía que fuentes del gobierno ya dijeron hace semanas que semejante cosa era inviable. Que para cualquier lector atento de la realidad política española significa que, en efecto, el gobierno acabará haciendo suya la idea y defendiéndola pedagogía va, pedagogía viene.

El ministro Cuerpo, debutante, tuvo ayer la ocasión de establecer con nitidez que España no es un país en el que quepa andar sancionando empresas por instalarse donde les parezca oportuno, pero prefirió ceñirse al salmo elegido ayer por el departamento de persuasión y propaganda.

Eso es, la seguridad jurídica. Más ducha en el estribillo gubernativo es la ministra portavoz Alegría, que entonó el mismo salmo pero con más destreza.

No sorprendería que el gobierno encontrara la insondable ingeniería legislativa que le permitiera hacer pasar por normal, y hasta por deseable, privilegiar a unas empresas y perseguir a otras según tengan su sede en Cataluña o en otro sitio

Exacto, eso piensa Ferrovial. En rigor, si algo ha caracterizado a este gobierno, ministra, es empezar defendiendo una cosa para acabar haciendo la contraria. De modo que a nadie le sorprendería que hoy Junts acabara desdiciéndose de su no gigante a los tres decretos -¿cómo era lo que dijo Turull, un no como la casa de un payés?- y que el gobierno encontrara la insondable ingeniería legislativa que le permitiera hacer pasar por normal, y hasta por deseable, privilegiar a unas empresas y perseguir a otras según tengan su sede en Cataluña o en cualquier otro sitio.

Por la vía del palo, la multa, o por la vía de la zanahoria, el incentivo. En ambos casos se trata de lo mismo: discriminar, a cargo del presupuesto público, a compañías privadas por razones políticas. Razones de preferencia, o favoritismo, a una comunidad en perjuicio de otras.

De privilegiar a políticos borrando sus antecedentes delictivos a privilegiar una comunidad autónoma como sede social de las empresas que más facturan. Esto era el progresismo

Y sólo porque Junts, tan de izquierdas y tan progresista, defiende sólo (o eso pretende) los intereses de los ciudadanos de Cataluña; los del resto de España, no es un secreto, le importan nada. Sí que va a tener que hacer pedagogía el gobierno, sí.

De privilegiar a políticos borrando sus antecedentes delictivos a privilegiar una comunidad autónoma como sede social de las empresas que más facturan. Esto era el progresismo, diablos. Fruto de la alianza con Progre-mont, el compadre.

Podemos continúa su guerra particular con Yo Yolanda

Ah, y falta Podemos. Que está en su guerra particular con Yo Yolanda. El tercero de los decretos que hoy se votan es el de la vicepresidenta dos, ella misma llamó por teléfono a Borja Sémper en su calidad de Borja Sémper a ver si sonaba la flauta. Porque al decreto yolandista no le basta con que Junts le levante el veto. Necesita que los cinco liberados morados como poco se le abstengan. Y se dolía ayer Ione Belarra de que los ninguneen. A diferencia de a Borja.

Yolanda Díaz ignorando a sus cinco ex compañeros de lista y los cinco actuando como oposición al gobierno

Y ahí sigue la pelota. Con Yolanda Díaz ignorando a sus cinco ex compañeros de lista -tanto diálogo, tanto diálogo- y los cinco actuando como oposición al gobierno del que fueron desahuciados.

Tratándose de Sánchez -no me tome a mal la frase taurina el ministro Urtasun-, hasta el rabo todo es toro. No digas de esta agua no beberé, ni este cura no es mi padre, ni esta votación no la gana el gobierno. Puede que los tres decretos, o al menos dos, sobrevivan a la agónica jornada de hoy, pero si toda la legislatura va a ser así, a golpe de exigencia semanal de Progre-mont, no es que se le vaya a agotar al gobierno la pedagogía, es que se le van a agotar los higadillos.