Ayer fue un buen día, no siempre lo son, para sentirse orgulloso de España. Habrá quien lo hiciera por la goleada en el primer partido de Mundial, pero mucho más difícil que ser campeón del mundo para un español es ser astronauta. Y más difícil aún para una española. Es de hecho difícil para cualquiera. Mucho más que ser futbolista profesional. En cuarenta años, la Agencia Espacial Europea solo ha tenido 30 astronautas. Y desde ayer dos más serán españoles, dos astronautas españoles, leoneses los dos, que podrán viajar a Marte y a la Luna. Pablo Álvarez y Sara García.
Son los primeros astronautas españoles de la Agencia Espacial Europea de este siglo. España solo había tenido un astronauta seleccionado para la ESA en toda su historia, Pedro Duque y hace 30 años de ello. Así que el ingeniero Pablo Álvarez y la biotecnología Sara García son también un motivo de orgullo para la Universidad pública, la de León, donde ambos se formaron. Competían con otros 22.521 candidatos de toda Europa y han sido ellos dos de los elegidos.
No es solo un motivo de orgullo, también de esperanza. Tener referentes científicos y tecnológicos se espera que fomente a los más jóvenes a estudiar ciencia y tecnología, a impulsar la innovación en España.
Claro, que si las nuevas generaciones en vez de estar mirando a lo que va a pasar en el espacio exterior estuvieran mirando lo que sucedió ayer en el interior del Congreso, el ejemplo y la inspiración para el futuro del país no es para sentirse muy orgullosos.
Ayer se vivió uno de los mayores escándalos de toda la legislatura en la Cámara, enfangada por los insultos bochornosos de una diputada de Vox a la ministra Irene Montero. Insultos machistas pensados para degradar a la ministra en lo personal y que degradan también la Cámara, la política y el debate público. Insultos que dan mucho asco y que vienen de un partido que va perdiendo fuelle en las encuestas y las manifestaciones y necesita armar jaleo para hacerse notar. Insultos que nos faltan el respeto a todos. A todas.
¿Moraleja?
Con el buen día que se había quedado para sentirnos orgullosos de España, llega Vox y lo empaña.