El día después de ese tropiezo injustificable en Girona. Tenía curiosidad por saber cómo metaboliza un futbolista el fracaso. Cómo llega a casa, cómo le afecta , cómo lo anestesia, y cómo lo olvida. La conversación me entretuvo e interesó mucho, porque Sergio le dio mucha verdad a las respuestas.
Le dolía aún el fracaso del domingo, pero lo aminoraba con la cantidad de partidos que aún faltan por jugar. Me dijo que su mujer sabe respetar sus silencios de cabreo, y que el fútbol es un tobogán de subidas y bajadas del que está acostumbrado ya. Dice que siente ahora la seguridad de la experiencia, aunque es un tipo tan osado como valiente, capaz de mandar una eliminatoria de Champions por encima de la portería, y jugarse el pase a la final de una Eurocopa con un penalti a lo panenka, picando el balón por encima del portero.
Un tipo capaz de ponerse delante de un toro de 600 kilos, y torearle, para sentir cómo es esa emoción, el mismo tipo que ganó varios partidos don sus goles en el tiempo de descuento, uno de ellos en la final de la Champions. El mismo que anoche pidió elecciones limpias para la Federación y que no ocultó que le gustaría ser presidente de esa federación algún día. Me pareció una conversación con mucha verdad, porque Sergio Ramos es como le veis, auténtico.