La digitalización está creando un nuevo tipo de analfabetos: aquellos que no saben manejarse a distancia desde el móvil o el ordenador.
Esto ocurre tanto en la Administración como en empresas que prestan servicios básicos como los bancarios, la luz o el teléfono.
Esta falta de capacidades digitales afecta especialmente a las personas mayores, lo que les hace aún más vulnerables.
Para facilitarles las gestiones del día a día, los bancos han puesto en marcha una serie de medidas que hagan compatible la atención personal y la digitalizada, sea a través de una oficina o telefónica y siempre dando prioridad a los mayores.
El objetivo es impulsar la digitalización para facilitar la operativa diaria a la vez que mejora la atención presencial a los más mayores que no deseen o no puedan utilizar los servicios 'online'.
Asimismo, el sector bancario está promoviendo la formación de las personas mayores en habilidades digitales y detección de fraude.
Para no dejar a nadie atrás, es fundamental la colaboración entre el sector público y el privado para crear sistemas de formación continúa en capacidades digitales.
La tecnología avanza de la misma forma que jubilarse implica una desactualización de las herramientas adquiridas durante la etapa laboral. Para reducir esta brecha digital, gobiernos y empresas tienen que facilitar mecanismos reales y estables de mejora de las habilidades digitales de los ciudadanos.