El cuaderno de Chapu: la paradoja de Ferrovial
El cuaderno de Chapu Apaolaza con sus notas políticas del día
Traigo la paradoja de Ferrovial. Cuantas más razones les da el Gobierno para que no se vayan, más motivos tienen para salir por patas.
Sánchez al principio de la legislatura, mariliendre del Ibex, y ahora, mira, a esto de montar un corralito de empresas. A aquellos accionistas abanderados de la prosperidad de la socialdemocracia los convirtió pronto en cochinos defraudadores y avariciosos, ladrones del bolso de las viejas. El sanchismo consiste en creer que una gente te va a votar por hacer una cosa y la otra gente por hacer la contrario y funciona hasta que un día no te votan ni los unos ni los otros.
Los argumentos no están del todo claros, pero si el Gobierno censura las empresas que se van, ¿cómo aplauden las empresas que vienen? Los llama traidores, insolidarios y el secretario de Estado de Economía te avisa de te va a meter un puro si no le convences. ¿Convences de qué? Así no, que me enamoro.
Igual es que Sánchez se ha tomado como algo personal este asunto no habiéndose tomado otros tan a pecho. Es una ofensa para España que una empresa se vaya a Holanda pero no que Puigdemont se fuera a Bélgica. Esto exagerando un asunto técnico, nada, una bobada, pero como el asunto siga evolucionando en estos términos, terminan exonerando a los líderes del Procés y meten a Rafael del Pino en el talego. Esto pasa cuando en una cena de una casa la familia tiene una bronca y cuando el ofendido se larga a punto de llegar a las manos, siempre hay alguien que le dice: “¿Pero ya te vas a ir?