El Cuaderno de Chapu: 'Cena en el museo'
Chapu Apaolaza apunta en su cuaderno sus reflexiones sobre la cena de los líderes de la OTAN en el Museo del Prado.
Hay cena de líderes mundiales en el Museo del Prado. Yo siempre he sido partidario de que junto a las Meninas habría que colgar los langostinos de Casa Bigote, la gallina en pepitoria de Casa Ciriaco y la barra de Ganbara en lo viejo de Donosti. El ajoarriero y las magras con tomate y el gazpacho, ahí al lado de el tríptico de el Juicio final de El Bosco. El infierno que retrata el pintor flamenco tiene mucho de culinario. Los avaros están atravesados por pinchos, los iracundos cuelgan de ganchos y se cocinan a la parrilla y el borracho bebe de una cuba tanto que va a reventar por la barriga. Cómo está la justicia.
Camino por el flanco sur de mí mismo. El barrio está cercado por la seguridad de la Cumbre de la OTAN. Los niños han ido al parque con unas pistolas de agua y se apuntan los chorros a las camisetas, ríen insolentes entre las salpicaduras y les guiñan el ojo los policías a caballo. Son los niños felices y despreocupados de un mundo libre. Algún día, pienso, quizás tengan que salir a defenderlo.
De pronto, Madrid se ha puestos sombrío y polvoriento. Esto debe de ser la inflación del 10,2% en junio. Rafael Mancebo tenía diez gallinas, después tenía ocho gallinas y ahora no sé las que le quedan. La inflación derriba gobiernos porque la nota el pobre y el rico. La subida de precios nos iguala a todos, como la muerte con su guadaña. De pronto, el mundo parece salvado porque Estados Unidos va a traer dos destructores más a la base de Rota. Al Gobierno se le va la vida por la cartera y la subida de precios que decían que era transitoria y aquí estamos. Dónde está James Rhodes cuando se le necesita.