Los microbios de la riada: por qué nos preocupan los lodos que dejó la DANA
Abordamos y explicamos distintos tipos de microorganismos de la mano de Aparici en 'La Brújula'
Estamos continuamente rodeados de microorganismos. Algunos viven en el suelo, otros en las paredes, pero sobre todo viven dentro de nosotros, en el intestino, y viven en las aguas residuales que vertemos en las alcantarillas. Todas esas comunidades ahora están mezcladas en los barros que la riada ha dejado por donde ha pasado, y como en el barro hay sustancias orgánicas para comer, ahora están creciendo y multiplicándose. La pregunta importante es qué bichos están presentes ahí, quiénes están reproduciéndose más que los otros, y si son peligrosos para nuestra salud.
Se puede, pero no con completa exactitud. Para empezar, sabemos cuáles son los bichos que hay en nuestras aguas residuales, y más o menos tenemos controlados los que hay en los suelos. Esto es lo que nos lleva a sospechar de la bacteria del tétanos, de la E. coli de nuestro intestino, que produce gastroenteritis, o de los estafilococos, que pueden producir infecciones en la piel.
A ésas las tenemos más o menos controladas, y para otras que nos suenan menos podemos mirar a la experiencia de otros países. Es importante compararse con países que tengan un clima similar al nuestro, de forma que los bichos que viven allí sean parecidos a los de aquí, y también un nivel de desarrollo parecido al nuestro. Por eso se está mirando mucho a lo que ocurrió en Estados Unidos después de huracanes como el Katrina o el Harvey o lo que pasó en Japón después del tsunami de 2011.
La mayor parte de cosas ya las estamos poniendo en práctica: usar guantes cuando se manipulan los lodos, no tocarse los ojos y la cara con las manos sucias, ni tampoco la comida… Y si te haces una herida, limpiarla inmediatamente. Las heridas son la puerta de entrada de la bacteria del tétanos o de otra más rara, la Leptospira, que a veces hace acto de presencia después de una riada.
Los hongos no son nada desconocido, convivimos con ellos continuamente, pero se pueden convertir en un problema si crecen en exceso. Los hongos son muy agresivos “adueñándose” de los espacios: producen sustancias tóxicas para matar a sus competidores y algunas de esas sustancias pueden ser dañinas también para los humanos. Ahora que en muchas localidades tenemos bajos que han tenido dos metros de agua, o garajes que han quedado totalmente inundados, los hongos tienen el ambiente perfecto para crecer. Y si crecen y empiezan a producir estas sustancias tóxicas pueden hacer que el aire de la habitación sea nocivo. También producen esporas, que nosotros respiramos y se pueden instalar en los pulmones y las vías respiratorias.
No quiero exagerar: esto no va a ser 'The Last of Us', los hongos no son súper infecciosos. Pero tengamos en mente que si vemos crecer mucho moho en una habitación debemos limpiarla de inmediato, desde el suelo al techo, para evitar que se instalen. También hay que estar ojo avizor con los conductos de ventilación, porque están más cerrados y si se han llenado de agua los hongos se pueden instalar a vivir ahí tan ricamente.
Lo primero que hemos de tener claro es que las bacterias resistentes son un fenómeno muy asociado a los humanos. O sea, que medran en lugares donde nosotros hemos usado mucho antibiótico y eso ha matado a toda la competencia. En general las bacterias resistentes no son muy buenas compitiendo con sus versiones “silvestres”, porque para ser resistentes han de gastar recursos en ello, y sus compañeras, que no invierten en ello, crecen más rápido que ellas y les “ganan la carrera”.
Sabido esto, está claro que en esos lodos, que incluyen aguas residuales, va a haber bacterias resistentes. No hay duda. Lo que nos dice la experiencia previa, como la de los huracanes en Estados Unidos, es que el barro contiene bacterias resistentes durante cinco o seis meses tras la inundación, y que luego decrecen hasta desaparecer porque pierden la carrera. Así que digamos que hemos de tener especial cuidado en los primeros meses.
Una pregunta diferente es qué puede pasar a largo plazo. Hay cierta preocupación por si estos caldos de cultivo pueden estar incubando la próxima superbacteria, la de dentro de veinte años. las bacterias, aunque no lo parezca, son bichos bastante sociales. Tienen mecanismos para “compartir genes”: literalmente pasarles un trozo de ADN a la bacteria de al lado. Se sabe que los genes de resistencia a los antibióticos pueden saltar de una especie a otra, y bacterias que nunca habían sido resistentes, si se juntan con otras que lo son, pueden volverse resistentes.
Lo ideal para nosotros sería que las bacterias resistentes no hagan muchos amigos, y los barros tras una riada son una fiesta donde todas hablan con todas, sin ningún control. Por eso ya hay grupos que tratan de monitorizar qué ocurre con estas bacterias en estos entornos incontrolados. No sólo en esta riada, sino en otras que han ocurrido en otros países. Hay que tener claro que no es posible controlar lo que está ocurriendo ahí, pero al menos sí estamos tratando de enterarnos, para poder estar prevenidos.