Ayer reapareció Donald Trump en Milwaukee tras el intento de asesinato del sábado pasado. El expresidente anunció la elección del senador James David Vance como ticket presidencial para las elecciones del 5 de noviembre. Un acto en el que vimos a Trump de nuevo con el puño en alto y luciendo un aparatoso vendaje en su oreja.
Se sabe poco aun del tirador, Thomas Matthew Crooks, un joven de 20 años de Pennsylvania a quién la policía abatió segundos después del tiroteo. Nada parece llamativo en la vida de un chico tan joven que quería matar a Trump y que sabía que, inmediatamente el mismo iba a morir.
Las desgracias acontecidas en escuelas, institutos, en todo tipo de lugares públicos, en un país armado hasta los dientes son tan frecuentes que apenas ya nos sorprende. Lo que si nos parece sorprendente es que los americanos no establezcan relación entre ser el país con más armas y con más muertos por arma. Murieron en 2022, cifras oficiales, más de 40.000 personas tiroteadas. Ahora, la combinación de polarización política, problemas mentales graves, y muy extendido en EEUU, y el fácil acceso a las armas, parece una bomba de relojería que puede alimentar la violencia política.
¿Servirá este hecho para que el sector conservador se replantee el derecho, que para ellos es derecho constitucional, a las armas? ¿Cómo va a afectar este atentado a las elecciones?