Muerte del papa Francisco

El secreto del anillo de pescador: ¿Qué ocurre con la joya del Papa tras su muerte?

La joya que recibe cada santo padre está hecha de oro y es uno de los símbolos del papado. Durante siglos se utilizó como sello de todo tipo de documentos. Cada sumo pontífice recibe uno nuevo.

Carlos Martín

Madrid |

El papa Francisco, durante la homilía del Domingo de Ramos
El papa Francisco, durante la homilía del Domingo de Ramos | Reuters

El anillo de pescador es una de las joyas que recibe el obispo de Roma, el Papa, cuando es nombrado sumo pontífice. Está hecho de oro y porta la imagen de San Pedro pescando, su profesión original antes de seguir a Jesús, tal y como se indica en la Biblia. De igual forma, porta el nombre del nuevo Papa en la parte superior. Este objeto, durante siglos, se utilizó como sello de todo tipo de documentos relacionados con el catolicismo y cada santo padre recibe uno distinto con su nombre.

Una curiosidad sobre el papa Francisco es que no acostumbraba a portarlo durante sus apariciones públicas, de hecho, solía lucir el que usaba cuando era obispo en Buenos Aires, al inicio de su carrera eclesiástica, o bien uno que se le ordenó fabricar en la joyería Capdevila de Barcelona al inicio de su papado.

¿Qué ocurre con el anillo de pescador cuando muere el papa?

Cada nuevo Papa recibe un anillo de pescador cuando es ordenado sumo pontífice, pero qué ocurre con el del anterior una vez que ha muerto. Lo cierto es que, según la Constitución Apostólica, los anillos se destruyen con un martillo para poder fabricar los nuevos. Por tanto, el del papa Francisco será destruido para poder fabricar el del nuevo Papa. El encargado de hacerlo será el cardenal Camarlengo, quien debe golpear el anillo con un martillo de plata y marfil hasta inutilizarlo.

Esta costumbre se documentó por primera vez a mediados del siglo XV y la llevó a cabo el papa Eugenio IV y tras su muerte se ha seguido realizando. No obstante, el anillo en sí es bastante más antiguo, concretamente, en una carta de Clemente IV de 1265 es cuando se cree que se le mencionó por primera vez.