Quién es Robert Sarah, el papa negro que podría ser sucesor de Francisco
El candidato de origen guineano es uno de los favoritos a ser nombrado como nueva cabeza de la Iglesia, además de uno de los aspirantes más conservadores de entre los cardenales presentes en el Cónclave

El cardenal Robert Sarah, originario de Guinea y destacado por su firme defensa de la ortodoxia católica, se perfila como uno de los principales candidatos a suceder al Papa Francisco tras su fallecimiento. Su nombre resuena con fuerza tanto en los círculos eclesiásticos como en las redes sociales, donde muchos fieles lo consideran “la esperanza” de un retorno a los valores tradicionales de la Iglesia.
Nacido en 1945, Sarah se convirtió al catolicismo gracias a unos misioneros franceses y fue ordenado sacerdote en 1969. Con apenas 34 años, fue designado arzobispo de Conakry, convirtiéndose en el obispo más joven del mundo en ese momento. Durante más de dos décadas lideró la Iglesia en Guinea bajo la dictadura de Sékou Touré, enfrentándose abiertamente al régimen y defendiendo la independencia de la institución eclesial. Su valentía le valió el respeto tanto en su país natal como en el ámbito internacional.
En el Vaticano, Sarah ha ocupado cargos de alta relevancia: secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, presidente del Pontificio Consejo Cor Unum (órgano eliminado por Francisco) y prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos entre 2014 y 2021.
Fue designado como cardenal por Benedicto XVI en 2010 y participó en el cónclave que eligió a Francisco en 2013.
Ideología y su postura contra Francisco
Robert Sarah es identificado como el principal referente del ala conservadora de la Iglesia. Ha defendido con vehemencia la doctrina tradicional sobre la moral sexual, el derecho a la vida y la liturgia, llegando a proponer el regreso a la celebración de la misa “ad orientem” (de cara al altar), en contraposición a la práctica instaurada tras el Concilio Vaticano II.
Ha sido crítico con la “ideología de género”, el aborto, la eutanasia y el reconocimiento legal de las uniones homosexuales, a las que considera una amenaza para la familia y la civilización. En palabras suyas: “La cuestión, por tanto, se vuelve bastante simple: ¿Debe el mundo cambiar su actitud, o debe la Iglesia cambiar su fidelidad a Dios?”. Además, ha advertido contra la “dictadura del relativismo”, denunciando que “el deseo personal se convierte en el único referente" y se ha mostrado radicalmente en contra a que las mujeres sean ordenadas sacerdotisas o diaconas.
Por otra parte enfrentamiento con Francisco ha sido palpable, sobre todo tras una polémica acontecida en 2021 cuando el cardenal guineano anunció la publicación de un libro escrito junto a Benedicto XVI en el que se defendía el celibato. El volumen, titulado 'De profondeurs de nos coeurs' (Desde lo profundo de nuestro corazón) iba a publicarse en enero en francés por la casa editorial Fayard y llevaba en portada los nombres tanto de Benedicto XVI como de Sarah y la foto de ambos.
La publicación fue considerada por algunos como una injerencia hacia el papa Francisco, que debía tomar una decisión sobre la propuesta de ordenar a hombres casados surgida en el Sínodo sobre la Amazonía, celebrado en octubre de 2019. Además se desató la polémica por el hecho de que el papa emérito, que había prometido quedar en silencio tras su renuncia en febrero de 2013, hubiese participado en un libro de este tipo, y tras días de declaraciones y desmentidos la controversia se zanjó con la petición del papa emérito de eliminar su firma y su foto del volumen.
Esto además derivó en la renuncia de Sarah a su cargo como prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramento.
La posible elección de Sarah como Papa supondría un giro hacia una Iglesia más doctrinal y litúrgicamente tradicional, en la línea de los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Su candidatura representa la esperanza de quienes abogan por una reafirmación de la identidad católica frente a los desafíos contemporáneos, y su figura se erige como símbolo de resistencia y fidelidad a la tradición en tiempos de cambio