Varios estudios realizados antes de la pandemia de Covid demostraron que la pérdida del olfato podría ser un signo temprano de la inminente aparición de la enfermedad de Alzheimer. De hecho, la literatura científica explica que este trastorno sensorial puede aparecer años antes de los primeros síntomas cognitivos, lo que sugiere un vínculo entre las regiones cerebrales responsables de la memoria y de la interpretación de los estímulos olfativos.
Un estudio publicado en la revista científica 'European Archives of Psychiatry and Clinical Neuroscience' ha encontrado un vínculo entre la pérdida del olfato o el gusto tras pasar la COVID-19 con problemas de memoria.
En este nuevo trabajo, un grupo de investigadores brasileños analizó los datos clínicos de 701 pacientes tratados por COVID-19 moderada o grave en el Hospital das Clínicas entre marzo y agosto de 2020.
Las evaluaciones realizadas seis meses después del alta hospitalaria mostraron que los pacientes con los trastornos del olfato y del gusto más graves tras la COVID-19 obtuvieron los peores resultados en las pruebas cognitivas, especialmente cuando éstas implicaban la memoria, y que los resultados de las pruebas no se correlacionaban con la gravedad de su estado en la fase aguda de la enfermedad.
"El olfato es un vínculo importante con el mundo exterior y está estrechamente relacionado con las experiencias pasadas. El olor de un pastel puede evocar recuerdos de una abuela, por ejemplo. En términos de conexiones cerebrales, el olfato interactúa de forma mucho más sólida con la memoria que con la vista y el oído", afirma el otorrinolaringólogo Fábio Pinna, último autor del artículo que recoge el estudio.
El déficit gustativo moderado o severo (reducción del sentido del gusto) fue la complicación sensorial más frecuente (20%), seguido de un déficit olfativo moderado o severo (18%), un déficit moderado o severo tanto del olfato como del gusto (11%), y la parosmia (9%), que es una distorsión de la percepción olfativa, de modo que un olor que antes disfrutaba se vuelve desagradable, por ejemplo.
Hasta 12 de los participantes declararon tener alucinaciones olfativas o fantosmia (percibir olores que otros desconocen) y nueve de ellos alucinaciones gustativas (percibir sabores sin comer nada). En ambos casos, la mayoría dijo que las alucinaciones sólo se produjeron después de sufrir COVID-19. En respuesta a una pregunta sobre su estado de salud general, el 10,1% eligió pobre o muy pobre, el 38,5% optó por regular y el 51,4% prefirió bueno o muy bueno.