Hábitos saludables

El mal hábito que es común y que Bill Gates cambió para empezar a tener éxito

La procrastinación afecta negativamente tanto a la calidad del trabajo, como al bienestar de la persona.

Alicia Bernal

Madrid |

Bill Gates predice qué profesiones están amenazas por la Inteligencia Artifical | Getty Images

Nuestro alto ritmo de vida, plagado de tareas pendientes, puede provocarnos apatía y llevarnos a una espiral de procrastinación que, a la larga, puede generar un bloqueo productivo.

Aunque si caemos en la procrastinación, tampoco debemos culparnos en exceso, ni caer en lo contrario, una autoexigencia desmedida. Hay que pensar, incluso, que todo el mundo alguna vez en la vida llega a aplazar tareas que se presuponen urgentes. Tal es el caso nada menos que Bill Gates, quien lo ha reconocido en alguna ocasión.

Cuando hablamos de procrastinar, nos referimos al acto de posponer o retrasar una tarea o actividad que se debe realizar, generalmente por falta de motivación o por preferir realizar otras actividades más placenteras en su lugar.

Según aseguró en su día el cofundador de Microsoft en una sesión de preguntas y respuestas con el inversionista multimillonario Warren Buffett, desarrolló este mal hábito cuando era estudiante universitario en la Universidad de Harvard. Su modo de actuar les sonará a muchas personas: estudiar en el último minuto, a veces solo dos días antes de un examen.

En otra entrevista, Gates aseguró a los estudiantes de la Facultad de Administración de Empresas de la Universidad de Nebraska-Lincoln que su actitud de procrastinador le trajo problemas dentro del mundo laboral, obligándole a crear rutinas más sanas y aparcar esta actitud.

Cómo mejorar tus hábitos y dejar a un lado la procrastinación

Según la Psychoological Science, tras 20 años de investigación, la procrastinación afecta negativamente tanto a la calidad del trabajo, como al bienestar de la persona. Por ello, si sientes que prácticas excesivamente la procrastinación y afecta en tu día a día, algunos consejos que puedes seguir son:

  • Organización del tiempo: ponerle fecha y hora mediante un calendario o planning a las tareas pendientes puede hacernos más fácil su ejecución. Además, crear un sistema de priorización puede ser útil.
  • La regla de dos minutos: es posible que ya hayas oído hablar de esta regla, que consiste en que si existe algo que puedas hacer en los próximos dos, cinco o diez minutos, es preferible que la hagas en el momento en vez de posponerla.
  • Disminuir distracciones: evitar tener el móvil a mano, la televisión apagada… También es importante cuidar las condiciones ambientales para poder desempañar la tarea cómodamente.
  • Evitar la perfección: una actitud típica es querer hacer la tarea perfecta, provocando que se vaya posponiendo una y otra vez. Este nivel de autoexigencia aumenta el estrés y dificulta que la persona finalice la tarea, ya que siempre identifica algo por mejorar o, bien, desiste en el intento porque se ve incapaz de hacerlo.
  • Respetar el descanso: si el agotamiento aparece, es preferible pausar la tarea y descansar. Insistir en esos momentos no resulta útil y fomenta el estrés.
  • Recompensas: establecer recompensas por las tareas realizadas, aumenta la motivación por las mismas.
  • Conviértelo en un hábito: si cada una de estas estrategias se convierten en un hábito y rutina, sustituirán al hábito de procrastinar.