Oleada de atentados en Túnez, Francia y Kuwait en pleno ramadán
Una oleada de atentados ha sacudido tres continentes con una balance provisional de más de 50 muertos, después de que hace cuatro días el grupo terrorista Estado Islámico instara a los musulmanes a llevar a cabo ataques con motivo del mes de ayuno del Ramadán.
Túnez, Francia y Kuwait fueron los objetivos de supuestos ataques terroristas y fue el país norteafricano el que sufrió el ataque más sangriento, con al menos 28 muertos y seis heridos en un asalto contra hoteles en la localidad turística de Susa, al sur de la capital.
Dos hombres armados abrieron fuego de forma indiscriminada contra las personas que se encontraron, entre ellos algunos turistas extranjeros.
Los hoteles afectados son el "Imperial Marhaba", de la cadena española Riu, que dijo en un comunicado que se registraron 28 muertos, y el vecino "Muradi Palm Marinay".
Los hombres "entraron con fusiles en el hotel y abrieron fuego contra las personas que encontraban a su paso", explicaron testigos que se encontraban en uno de los establecimiento.
En el ataque, uno de los terroristas resultó muerto mientras el segundo es perseguido por las fuerzas de seguridad.
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, anunció que esta tarde se reunirán representantes del Gobierno, del PP y del PSOE en el marco del pacto contra el terrorismo yihadista, tras el ataque contra el hotel de la cadena española.
Este atentado en Túnez se produce tres meses después del que se produjo el 18 de marzo y en el que 22 turistas extranjeros murieran acribillados por varios yihadistas en el museo El Bardo de la capital.
Pero no ha sido el único atentado en un día que comenzó con el hallazgo en el sureste de Francia de un hombre decapitado a la entrada de una fábrica en la que se produjo una explosión por la colisión de un vehículo contra varias bombonas de gas.
Al menos dos personas resultaron heridas en este atentado, cometido presuntamente por Yasin Sali, de 35 años y vinculado a movimientos salafistas, razón por la que fue vigilado por los servicios de inteligencia franceses de 2006 a 2008.
Sali fue detenido por un bombero cerca del lugar del atentado, en el que se hallaron banderas supuestamente islamistas.
El sospechoso trabajaba como chófer en una empresa de reparto, según confirmó su esposa y madre de sus tres hijos a la emisora de radio francesa "Europe 1", antes de ser detenida por la policía.
El vehículo con el que el supuesto terrorista entró para atentar en la fábrica de Air Products, en Saint-Quentin Fallavier, cerca de Lyon, estaba autorizado para entrar en la empresa, por lo que no levantó sospechas.
El hombre decapitado hallado en la fábrica era el gerente de la empresa de reparto en la que trabajaba el supuesto autor del crimen, informaron fuentes cercanas a la investigación.
Tras producirse el atentado, el presidente francés, François Hollande, abandonó el Consejo Europeo en Bruselas para volver a París y convocar en el Elíseo una reunión del Consejo Restringido de la Defensa.
"La intención del hombre era provocar una explosión y no hay duda que se trata de un ataque de naturaleza terrorista, dado que además ha sido encontrado un cadáver decapitado con inscripciones", explicó Hollande en conferencia de prensa antes de trasladarse a París.
Hollande expresó además el apoyo de su país a su homólogo tunecino, Beji Caid Essebsi, y acordó reforzar la colaboración bilateral contra el terrorismo.
Por su parte, el primer ministro francés, Manuel Valls, acortó su estancia en Bogotá, donde había comenzado ayer un viaje oficial, y anuló su siguiente escala, en Ecuador.
Y el tercer objetivo de los terroristas hoy fue Kuwait, donde el grupo yihadista Estado Islámico asumió la autoría de un atentado perpetrado contra una mezquita chií en la capital kuwaití, que ha causado 25 muertos y 202 heridos.
Según un comunicado difundido en internet y cuya autenticidad no ha podido ser verificada, el grupo terrorista asegura que el ataque fue perpetrado por un suicida que portaba un cinturón cargado de explosivos.
Una jornada negra de atentados que ha provocado numerosas reacciones, entre las que destaca la del expresidente francés Nicolás Sarkozy, que aseguró que los autores del asalto cerca de Lyon han declarado la guerra no solo a Francia y a la democracia, sino "a la civilización".
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, reiteró desde Bruselas su más enérgica condena ante acciones de este tipo y alertó de que "la barbarie y la sinrazón golpean a todos por igual" y todos deben colaborar en la erradicación de esta lacra.