La red, dirigida por una marroquí residente en Francia, tenía su centro en Kenitra (40 kilómetros al norte de Rabat) y la intermediaria entraba en contacto con mujeres embarazadas de bajos recursos a las que prometía una cantidad de dinero si les entregaban a sus bebés tras el parto y los inscribían a su nombre.
Supuestamente, los traficantes les prometían entregarles sus niños con posterioridad, una vez que contasen con un pasaporte francés, pero en realidad eran "vendidos" en Francia a otras familias por cantidades de entre 1.000 y 2.000 euros.
Una madre que aceptó el trato fue informada por la intermediaria de que su hijo había muerto en Francia y ya estaba enterrado, pero al exigir pruebas y no obtenerlas, la denunció ante la Fiscalía General.
La intermediaria fue detenida en uno de sus frecuentes viajes a Marruecos y la policía descubrió que llevaba un pasaporte donde faltaban cuatro páginas.
Hay al menos dos casos de venta de bebés protagonizados por esta intermediaria, que contó presuntamente con la complicidad de varias personas (en la Maternidad o en el Registro Civil) para poder llevar a cabo la falsificación documental y que ahora son activamente buscados.