La nueva economía de plataformas digitales dibuja una dura realidad para los “riders”
El nuevo mensajero es un símbolo de formas de trabajo donde los trabajadores luchan por mantener a sus familias en condiciones precarias.
El uso de algoritmos para gestionar entregas genera un estrés significativo entre el colectivo.
Las decisiones de compra de los consumidores repercuten directamente en sus condiciones laborales.
El auge de la economía de las plataformas ha modificado la fisonomía de las ciudades y ha dado lugar a nuevas profesiones, como la de los riders. A menudo vistos como trabajadores ocasionales, estos repartidores, en su mayoría, enfrentan una dura realidad. “Detrás de estos trabajos hay personas que están intentando llevar adelante a una familia”, advierte el profesor David Pac, del Grupo de Investigación de Sociedad, Creatividad e Incertidumbre de la Universidad de Zaragoza, que desde hace tres años participa en un estudio desarrollado por 24 investigadores que analizan las plataformas de reparto en 5 ciudades españolas desde el punto de vista económico, sociológico y antropológico.
El análisis de los expertos destaca un alarmante cambio en el perfil de los riders. “Estamos viendo cómo estos trabajos se están trasladando hacia los colectivos todavía más precarios”, indica Pac. Muchos de estos trabajadores son inmigrantes que, al estar en situaciones vulnerables, deben aceptar condiciones laborales que otros no considerarían. “Su capacidad de negociación es muy baja”, señala, lo que agrava aún más su situación.
La gestión algorítmica es otro factor que complica la vida de los riders. Este sistema, utilizado por las empresas para gestionar las entregas, ejerce una presión constante sobre los trabajadores. “El algoritmo vigila, jerarquiza y castiga a los riders”, explica David Pac. Esto no solo afecta su rendimiento laboral, sino que también genera un alto nivel de estrés, ya que deben cumplir con las exigencias de los consumidores que evalúan su desempeño.
El estatus laboral de los riders también ha sido objeto de un intenso debate. En España, se ha establecido que estos trabajadores deben ser considerados asalariados, pero hay voces disidentes dentro del colectivo. Algunos argumentan que esta regulación limita la flexibilidad que disfrutaban como autónomos. “No todos los riders están de acuerdo con la ley que los clasifica como contratados”, aclara el investigador de la Universidad de Zaragoza, subrayando la heterogeneidad de opiniones dentro del sector.
La relación entre el consumo y las condiciones laborales de los riders es crítica. “Nuestros hábitos de consumo requieren formas de trabajo donde el tiempo es el elemento central”, enfatiza el profesor. Al exigir entregas rápidas, los consumidores contribuyen, sin ser conscientes, a la precarización de estas profesiones. “Es fundamental ser conscientes de las repercusiones de nuestras decisiones como consumidores”, advierte.
La situación de los riders pone de manifiesto, pues, los retos de la economía de plataformas. Desde la precariedad laboral hasta la presión del algoritmo, estos trabajadores enfrentan múltiples adversidades. “La puntuación que damos puede tener repercusiones importantes para estos trabajadores”, concluye David Pac. A medida que se intensifica el debate sobre la regulación del trabajo en plataformas, es crucial fomentar la empatía y la visibilidad hacia la realidad de los riders.