La noche del 31 de mayo al 1 de junio, una mujer le cortó el pene al propietario del bar en el que trabajaba en Sant Andreu de la Barca. Poco después se personaba en la comisaría local para confesar los hechos, explicando que lo había hecho porque el hombre la había intentado agredir sexualmente. Paralelamente, el hombre se personaba también en las dependencias policiales para denunciar los hechos. Después fue ingresado en el Hospital de Bellvitge para ser tratado y quedó bajo custodia policial.
Ya desde el inicio de la investigación, tanto los agentes como la juez encargada del caso vieron contradicciones entre lo que declaraba la mujer y los indicios recogidos, entre ellos, las imágenes de las cámaras de seguridad del local, que demostraban que ambos se comportaban como un matrimonio. Esta versión también la daban varios testigos de su entorno. Todo apuntaría a que el hombre tenía previsto viajar a su país, Bangladés, donde tenía mujer e hijos, lo que habría provocado los celos de la mujer.
Ante los nuevos indicios, el hombre ha quedado en libertad y ha pasado a ser considerado como víctima.