Entre 130-140 jinetes, con sus caballos engalanados, recorrerán un año más las calles del pueblo, el martes de Carnaval, pidiendo limosna para las ánimas del purgatorio.
Figura central es el abanderado que, al primer toque de ánimas, coloca en la ventana o balcón de su casa la bandera con calavera sobre fondo negro. Este año habrá dos, no es algo infrecuente, aunque la última vez que se dio esta circunstancia fue en 2011. El alcalde de la localidad, Julián León, destaca el carácter único de esta fiesta que se vive con emoción y fervor.
La casa del abanderado, y en cada una de las del recorrido, se ofrece al visitante una invitación en la que no faltan alimentos y dulces típicos y "limoná". Los donativos que se recojan se entregarán al párroco al final del día.
La Borricá fue declarada Fiesta de Interés Regional en 2014.