Después de tres meses y medio, el Málaga rompió en Getafe sus malos números a domicilio. Su última victoria como visitante se produjo el 20 de noviembre pasado en el estadio de El Sardinero sobre el Rácing de Santander por 1 a 3. En el Coliseum, el conjunto dirigido por Pellegrini logró el mismo resultado y transmitió idénticas sensaciones generadas por su juego gris, cansino y falto de verticalidad.
Comenzó adelantándose el Getafe con el gol de Diego Castro al filo del descanso. Una desajuste de la defensa propició la jugada de Valera por la derecha para el remate del ex malaguista en el interior del área ante el desprotegido Caballero. El tanto local fue la única acción reseñable del primer periodo. Las acciones de ataque se caracterizaron por disparos lejanos que no pusieron en apuros a los porteros y, a excepción del tanto reseñado, el mal juego aburrió a los presentes.
Con la intención de romper el decorado, Pellegrini introdujo en el campo a Joaquín y Eliseu. El mensaje estaba claro: rupturas por banda y verticalidad. La intención del chileno no se plasmaba en el campo. Para colmo, Güiza envió al travesaño una vaselina que superaba a Caballero ante otro desajuste de la zaga.
Por fortuna, la efectividad acompañó a los atacantes del Málaga tras enviar a las nubes Seba un cabezazo solo ante el marcfo rival. Eliseu, con un derechazo desde la frontal del área; Toulalan, con un disparo de media distancia; y Cazorla, con una vaselina sobre Moyá, sentenciaron al Getafe. Los tres disparos entre los tres palos del Málaga, acabaron en las redes contrarias. El segundo y tercer tanto llegaron en los compases finales.
Los tres puntos ratifican que el Málaga tiene suficientes credenciales para pelear por Europa.