Seguiremos trabajando por los que más nos necesitan, pero los derechos sociales hay que ganárselos"
Con el concejal de Derechos Sociales y responsable del Instituto Municipal de la Vivienda (IMV) de Málaga, Francisco Pomares, abordamos la situación compleja para miles de familias, atentas a las ayudas municipales en concepto de alquiler. En este sentido, el Ayuntamiento de Málaga anuncia que destinará 1,2 millones de euros para su plan de ayudas en este ámbito. “Debemos conseguir que la gente no viva del sistema y que se promueva la segunda oportunidad. Nos esforzamos en que no ocurra. Los derechos sociales son derechos pero la gente debe ganárselos”, advierte.
En su intervención en Más de Uno, Pomares subrayó que “podemos estar orgullosos de la política de vivienda impulsada, pero sabemos que no es suficiente”, al tiempo que resaltó las cifras del consistorio en este plan de ayudas. Las ayudas al alquiler de este programa van dirigidas a aquellas personas físicas que, en su condición de arrendatarias de vivienda habitual, acrediten estar en situación de vulnerabilidad económica y social sobrevenida a consecuencia del COVID-19 y no sean beneficiarios de otros planes de ayudas de alquiler concedidos por el propio IMV.
Tiempos complejos en lo sanitario y, por ende, en lo social, que a la espera de una realidad más optimista, obliga a lamerse las heridas y salir al paso de la mejor forma posible, con la certeza de que será largo el camino de la recuperación. Lo saben los gestores públicos, centrados en dar su mejor cara y exponer ante el ciudadano una ristra de soluciones que, desde lo económico, tratan de paliar el daño en el bolsillo de las familias, a costa del bolsillo común, y de la deuda pública. Con un panorama incierto, sólo la campaña de vacunación masiva y los brotes verdes de sectores clave como el turismo, parecen encender la luz al fondo del pasadizo.
En un contexto complicado, y cuando se cumplen ya casi 15 meses desde que arrancase esta pesadilla que tuvo su origen en China, pero se extendió como mancha de aceite por todos los territorios del mundo, primero como enfermedad y, posteriormente, como arma letal contra las economías que, detenidas por el confinamiento y la paralización de la actividad, tardaron en rehacerse... y en ello están. La hucha de las familias está cada vez más mermada. No es fácil que la situación vuelva a su ser, previo al coronavirus, en poco tiempo y, de hecho, los expertos a nivel mundial coinciden en señalar el medio plazo, y nunca el corto, como referente de una recuperación global que, en todo caso y como parece lógico, no llegará por igual ni en el mimso momento para todos los sectores. La pandemia sigue generando mucha preocupación entre los consumidores, no sólo por el impacto que está teniendo tanto en la situación económica y en la salud de las familias, sino por cómo está afectando a nuestra manera de vivir.
Algunos estudios, como el informe 'Future Consumer Index. Deconstruyendo al consumidor en un entorno posvacuna' elaborado por la consultora EY, señalan que la mitad de los consumidores considera que la libertad a la hora de disfrutar de la vida es su mayor preocupación, una cifra que ha crecido 14 puntos desde octubre. Un matiz, este, que llegaba días antes del cese del estado de alarma, que ha condicionado en positivo muchos de nuestros hábitos o la forma que teníamos de ponerlos en marcha.
La vacunación de la población sigue siendo un pilar para la recuperación de la normalidad y el consumidor tiene claro que solo un alto porcentaje de inmunizados provocaría que la Covid-19 dejara de impactar en su vida. Sin embargo, el 42% de los consultados en ese estudio de la consultora EY señalan que tardaremos entre 1 o 2 años en eliminar completamente el miedo al coronavirus frente a un 31% que lo sitúan en menos de 12 meses.
Y los precios, siguen al alza
Un miedo, o una desconfianza que algunso expresan a la hora de llevar a cabo cosas tan nuestras como salir a la calle a tomar algo. El sector de la hostelería ha sido uno de los más tocados por esta crisis y sigue siendo foco de las medidas que, incluso fuera del estado de alarma, siguen articulando en este caso las comunidades autónomas. Entre tanto, las familias que viven de sectores como el turismo (miles en un territorio como el nuestro) tratan de sacar la cabeza del agua, cuando ésta no ha parado de subir en meses.
Y todo esto, en un escenario que, en lo económico, no termina de arrancar... Vivienda, gas y electricidad se disparan a niveles nunca vistos en los últimos 20 años. El coste de llenar el carro de la compra y disfrutar del ocio, en la medida en que lo permiten las restricciones, no ha sufrido grandes cambios en los últimos meses, y, sin embargo, desde marzo pasado, a todos parece que nos costara mucho más llegar a final de mes.
Los precios subieron en abril un 2,2% en comparación con el mismo mes de 2020, nueve décimas por encima del dato de marzo (1,3%), debido al encarecimiento de la energía que dispara la inflación hasta cotas no vistas desde octubre de 2018. Con este repunte, con el que el IPC anual encadena su cuarta tasa positiva consecutiva, la inflación escala a niveles desconocidos desde hace más de dos años. De hecho, no se alcanzaba una tasa de IPC tan elevada desde octubre de 2018, cuando se situó en el 2,3%.
Un contexto complejo en el que cualquier apoyo es bueno, cualquier medida de subvención suena a alivio... aunque en el medio plazo, la pregunta es si las arcas públicas todo lo soportan... si podrán soportarlo.