La sombra del abismo heleno
Dobrodošli v Ljubljani. Welcome to Ljubljana. Bienvenidos a Ljubljana. Nos han recibido con los brazos abiertos y el cielo cerrado, encapotado cual Cadillac encerrado en el garaje. El camino a recorrer es tan largo como el que haría el clásico descapotable por la Ruta 66.
Después de una prometedora andadura inicial en Celje, con el pinchazo esloveno reparado con diligencia, se reanuda la marcha después del traslado a la capital eslovena y un par de días en los que incrementar el ya de por sí efervescente deseo de competir. Tres nuevos retos en el camino, Grecia, Finlandia e Italia, con perfiles tan diferentes que obligan a centrar la mirada única y exclusivamente en el primero de ellos: la selección helena con su “dios” Spanoulis al mando.
¿Qué contar de Grecia que no se sepa? Muchas cosas, empezando por su difícil situación, deportiva, antes de empezar el tramo decisivo del campeonato. Las derrotas ante Italia y Finlandia le ha hecho alcanzar esta ronda de grupos huérfana de victorias y con la acuciante necesidad del que huye del precipicio. No caigamos en la necedad ni en la benevolencia al pensar que el partido es “pecata minuta” y que será tan fácil de digerir como una sopa de verduras. Pensar así nos puede llevar a la indigestión. Si por algo se puede caracterizar, e históricamente así ha sido, el conjunto heleno es por su capacidad para jugar, y disfrutar jugando, en el abismo.
El análisis más sencillo de Grecia nos lleva a pensar que Spanoulis es el hombre. Gusta el mejor jugador de la pasada Euroliga de echar el freno de mano, aplicar el método del yo-yo en cada jugada o, como me gusta calificar, es ferviente devoto del “bota, bota mi pelota”. No es peyorativo, tan sólo descriptivo. Bajo ese prisma, para algunos aburrido, se esconde la sombra de Darth Vader.
No te pienses que sus compañeros sufrirían como éste niño de dos años. A ellos les llega el balón y en unas condiciones inmejorables llegado el caso. Y es ahí donde conviene profundizar en nuestro análisis. ¿En qué condiciones les hace llegar el balón y cómo lo consigue? Abusando del dos contra dos abierto, del bloqueo y continuación con hombres como Fotsis, Printezis o Bourousis que abren la defensa rival sacando a los hombres altos de la zona. Si la jugada no termina con una penetración del propio Spanoulis o un pase a los jugadores mencionados, Papanikolau o Perperoglou esperan, fijos en sus posiciones exteriores con una X marcada en el parquet. Todo bajo una disciplina férrea, un control absoluto del tempo de juego minimizando las precipitaciones y sus carencias. Sólo así se entiende que sea el equipo más anotador del Eurobasket hasta el momento.
¿Tienen carencias? Alguna hay, no muchas. El rebote es una de ellas. En ese aspecto no destacan ni en ataque ni en defensa pese a tener, en la teoría, uno de los más poderosos juegos interiores del campeonato. Y es ahí donde incidirá el combinado español y desde donde esperan ir resquebrajando la resistencia helena. A eso conviene sumar su mal porcentaje en tiros libres, no llegan al 70%, lo que obliga a una máxima en España: las canastas fáciles no existen para el rival.
Truenos y relámpagos. Así amanece en la capital de Eslovenia. Cielo encapotado. Gris. Oscuro. Sombría la mañana en Ljubljana. Muchas más sombras que luces, de momento, en este Eurobasket que ha tenido su primera criba con Rusia, Macedonia y Turquía como damnificadas. En manos de España está que Grecia camine hacia el lado oscuro sin solución ni remedio. Se asoman al abismo. Su sombra planea sobre él. No conviene pensar que caerán por su propio peso. Son consumados equilibristas gustosos de permanecer en el alambre evitando el funesto empujón. España tiene la clave para provocar un desequilibrio casi mortal: ser ella misma. Defensa, rebotes, velocidad, alegría, improvisación. En definitiva, conseguir el triunfo de lo imprevisible.