Recorre el Pirineo de Cataluña por carreteras secundarias en un viaje apasionante
El Grand Tour de Cataluña es una propuesta de itinerarios para recorrer Cataluña a tu aire. Un territorio pequeño para viajar pero enorme para descubrir. En este episodio, Carles Lamelo, director de Gente viajera, nos acompaña en este viaje sonoro por el tramo número cuatro, entre la Seu d’Urgell y Figueres.
En este tramo del Grand Tour visitaremos la aldea que sirvió de inspiración a un genio, a Pablo Picasso. Va a ser nuestra primera parada en un trazado que nos llevará a recorrer los caminos de exilio de los cátaros, a conocer una montaña mágica y a comprobar, en Ripoll, que las biblias también pueden ser de piedra. Caminaremos por bosques encantados que fueron refugio de poetas y volaremos en globo sobre un paisaje formado por decenas de volcanes. El Grand Tour nos va a permitir callejear por villas medievales y descubrir la gastronomía catalana antes de llegar a la ciudad natal de otro genio: Salvador Dalí.
Carreteras secundarias
Conducimos por la carretera panorámica que une La Seu d’Urgell con Gósol, con un trazado que serpentea entre los pinares que marcan el límite occidental del Parque Natural Cadí-Moixeró. Hemos empezado temprano, para ver salir el sol mientras observamos desde el coche los pintorescos pueblos de El Ges, Adraén, Fórnols, Cornellana o Tuixent. Sus fachadas de piedra protegen a sus habitantes de los rigores del invierno, que en estas latitudes son difíciles de llevar.
Esta tranquilidad pastoril de la montaña berguedana fue lo que atrajo a Pablo Picasso a otro de esos pueblos. A lomos de una mula y cargado con sus caballetes subió hasta la modesta localidad de Gósol para pasar la primavera de 1906. Cuentan que Pablo Picasso se instaló en la única fonda local, bosquejó en tan solo tres meses más de cien obras que marcaron el comienzo de su etapa cubista. Pintó las casas del pueblo, a los paisanos y llenó de notas un cuadernillo de viaje, el Carnet català, cuya reproducción se guarda en el Centro Picasso de Gósol.
Desde aquí podemos hacer senderismo recorriendo una ruta circular que nos llevará por el perímetro de una de las montañas más emblemáticas de Catalunya: el Pedraforca. En los 17 kilómetros y 790 metros de desnivel contemplamos las cuatro vertientes de este coloso pétreo, además de andar un trecho del camino que recorrieron los cátaros en la Edad Media durante su huida de la inquisición desde Occitania.
Saboreando la cocina tradicional catalana
Tras la excursión, entramos en las cocinas de uno de los restaurantes de la zona. Un suculento guiso de guisantes negros con panceta compute en contundencia con las ‘patates emmascarades’, que se cocinan con butifarra negra. Otro de los exponentes de la cocina de montaña es el ‘trinxat’ de col y patata. Aquí a las patatas las llaman ‘trumfos’. Estamos en Bagà, donde se sirve escudella, maíz ‘escairat’, níscalos a la brasa y su tradicional coca de pimiento con arenques.
Visitando La Cerdanya, inspiración literaria
Hoy salimos sin prisas en dirección a la comarca de La Cerdanya, con sus 17 municipios situados por encima de los mil metros de altitud. Paramos a desayunar en Bellver de Cerdanya, que antes de ser villa fue uno de los castillos en la línea de fortificaciones que controlaban el paso entre los condados de Conflent y Urgell. Pan recién hecho, untado con mantequilla y mermelada casera. Un buen avituallamiento para recorrer el centro medieval de la localidad, donde Gustavo Adolfo Bécquer escribió la leyenda ‘La Cruz del Diablo’. Por aquí también pasa el Camino de Santiago.
Otro de los lugares emblemáticos de esta ruta es Puigcerdà, conocida por su lago, que inspiró a Carlos Ruiz Zafón y su ‘La sombra del viento’. A escasos siete kilómetros de Puigcerdà, en un desvío de la ruta, existe la posibilidad de visitar la farmacia de Llívia, una de las más antiguas de Europa. En nuestro recorrido, seguimos por carreteras locales que llegan a pueblos de toponimia corta y contundentes embutidos, como el ‘bull’ blanco y negro y el ‘pà de fetge’. Tras pasar por las aldeas de Urtx, Alp y Das, subimos hasta Meranges, un pueblo de perfecta arquitectura rústica de montaña. Desde aquí podemos ver toda La Cerdanya, estamos a casi 1.600 metros de altura.
Por la tarde, vamos a acercarnos a Castellar de N’Hug, uno de los Pueblos con Encanto y punto de llegada del famoso ‘Tren del Ciment’. La localidad es conocida por su espectacular entorno natural, por su románico y por el desmesurado tamaño de sus cruasanes. También porque aquí nace el río que vertebra toda la provincia de Barcelona desde el Pirineo hasta el Mediterráneo: el río Llobregat. El sendero hasta sus fuentes es corto y accesible gracias a las escaleras y el pasamanos de madera que facilita la excursión. Al llegar al final, vemos la espectacular cascada que brota directamente de varias grietas en la pared. De regreso al pueblo, nos compramos un cruasán de kilo antes de poner rumbo a Ripoll, donde vamos a dormir en un alojamiento rural.
Este recorrido del Grand Tour de Catalunya tiene muchos senderos que recorrer. Antes de acometer la ruta, nos acercamos a un café de Ripoll para disfrutar del conocido como ‘esmorzar de forquilla’, un contundente desayuno a base de butifarra con ‘seques’ y carne de caza estofada.
Pero en Ripoll, lo verdaderamente importante es el monasterio de Santa María de Ripoll, símbolo de la Catalunya medieval. Fue fundado en el año 879 y de la visita destacamos su portada monumental, compuesta por toda una miríada de motivos geométricos, estructuras vegetales y personajes labrados en gres. Es aquí donde podemos decir que la Biblia está esculpida en piedra.
La Vall de Núria en cremallera
Desde Ripoll ascendemos hasta la población de Ribes de Freser donde cambiamos el coche por un tren cremallera. Es una de las excursiones panorámicas más espectaculares. Vamos a superar los mil metros de desnivel gracias a esta obra de ingeniería. Podríamos haberlo hecho a pie, pero nunca en coche porque el valle y su santuario está enclaustrado por las montañas. Una vez arriba, podemos visitar la sala donde se redactó el Estatut de 1932, hacer un paseo a caballo por el bosque de Verge o ascender el Puigmal, una emblemática montaña de 2.913 metros de altitud que marca la frontera natural con Francia.
Regresamos a Ribes de Freser en el tren cremallera y retomamos la ruta hasta Camprodon, donde pasamos por su puente medieval y compramos varias cajas de sus afamadas galletas artesanas. Entre Camprodon y Olot la carretera pasa por preciosos pueblos. Si se dispone de tiempo, cada uno de ellos merece una parada: Beget, Pueblo con Encanto, Sant Joan de les Fonts, con su puente medieval, y Castellfollit de la Roca, colgado de una pared basáltica que emerge del paisaje como si de la proa de un barco se tratara. Después de un completo día, nos dirigimos a una de las numerosas masías típicas catalanas, convertidas en alojamiento, que podemos encontrar en los alrededores de Olot.
Senderismo y turismo en globo en La Garrotxa
Esta mañana nos hemos dado un madrugón porque queremos recorrer la Zona Volcánica de La Garrotxa en globo aerostático. Desde aquí, puede verse con claridad la singular geografía de este paisaje único en la península: densos bosques de encinas, robles y hayas. En las alturas también se intuye el recorrido de la Vía Verde del Carrilet de Olot. Tras el globo, participamos en una visita guiada por el mercado y las tiendas centenarias del centro nos ayuda a familiarizarnos con las delicias por las que es conocida la comarca, las legumbres, que compramos a granel; los embutidos, chocolates y la ratafía, uno de los licores catalanes más estimados. Hacemos coincidir la hora de la comida con la visita a Santa Pau, otro de los Pueblos con Encanto, para probar las ‘mongetes’ o ‘fesols’ más sabrosas de Catalunya. Si se busca el contacto con la naturaleza una buena opción es ir a pasear por la Fageda d’en Jordà, un hayedo que creció sobre el campo de lava del volcán Croscat y que se puede recorrer a pie o en un carruaje tirado por caballos. Joan Maragall dedicó un poema a este hermoso paraje.
Al caer la tarde, conducimos hasta las cercanías de Banyoles, en los alrededores del lago, donde podemos alojarnos en unas cúpulas transparentes ubicadas en plena naturaleza y que nos permiten ver las estrellas mientras dormimos.
Ya por la mañana, y después de un tradicional desayuno a base de embutidos de la zona, alquilamos un kayak para recorrer el lago, formado hace más de 250.000 años. El silencio de nuestra embarcación a remos nos permite avanzar sin asustar a las garzas, cigüeñas y ánades, que atienden sus quehaceres sin que parezca importarles nuestra presencia. Tras la navegación nos acercamos a una de las pesqueras que salpican las orillas del estanque. Estas pintorescas construcciones de los siglos XIX y XX ejercieron como almacén para los aperos de pesca y como casetas de baño para la rica burguesía local.
Desde Banyoles, la carretera discurre entre pinares hasta la noble villa de Besalú, donde vemos el magnífico puente románico sobre el río Fluvià, uno de los emblemas de la Catalunya medieval. El núcleo histórico y el ‘call jueu’, el barrio sefardita del siglo XIII que todavía conserva su sinagoga y su ‘micvé’. Por la tarde, continuamos nuestra ruta hasta Figueres, la ciudad natal del genio Salvador Dalí.
Cenamos en una de las terrazas de la Rambla, en cuyas cafeterías pasó largas horas dibujando cuando era adolescente. En una de ellas, el café Emporium, el pintor surrealista y su amigo Luís Buñuel escribieron el guion del cortometraje ‘Un Perro Andaluz’. En Figueres está la Casa-Museo de Dalí y también el Museo del Juguete de Cataluña, un viaje en el tiempo lleno de nostalgia.
Esta es sólo una de las diferentes rutas que conforman ‘El Grand Tour de Cataluña’. Puedes descargarte toda la información, mapas, y fotografías en este enlace.