Sabino Méndez: "La autocrítica es lo que mejor desactiva cualquier arrogancia o condescendencia"
Nuestro 'sospechoso' de domingo analiza la derrota de España en el Mundial de Qatar con una visión reflexiva sobre la autocrítica, la arrogancia y la condescendencia.
No se puede ganar siempre, todo el mundo puede tropezar y fracasar en algo en esta vida. Fallar es realmente humano y no se puede tener éxito en todo siempre, pero cuando no se contempla el posible fallo y uno se cree el mejor ¿Qué está pasando?¿No se está corriendo el peligro de caer en la arrogancia? Esta semana España cayó eliminada del mundial por Marruecos, se sabía que era una selección muy buena pero a pesar de ello nadie parecía contar con que nos eliminasen ¿Es eso arrogancia o fe en nosotros mismos ¿Dónde empieza una cosa y acaba la otra?
La caída en octavos de final de la selección española fue un hecho que sorprendió al país entero, algo que tildaron de injusto por jugar mejor que los verdaderos ganadores del partido, aunque no fue así.
Sabino Méndez, reflexiona sobre esa posible arrogancia que no viene del entrenador, sino de los aficionados, que están convencidos que España será mejor después de cada partido por la tendencia al tiki-taka, ese estilo de juego que potenció la Selección y exprimió hasta el final consiguiendo dos Eurocopas (2008 y 2012) y un Mundial (2010). Con solo ver ese aspecto en el campo, parece que alguien juega bien o mal independientemente del marcador.
Esa autoconvicción es solucionable mediante la "autocrítica", una medida que "desactiva cualquier arrogancia o condescendencia" ya que "si nos reímos de nosotros mismos y buscamos nuestros fallos, es muy difícil que lleguemos a los sitios con arrogancia". Por eso, recalca Sabino, no viene de Luis Enrique porque constantemente está autocriticándose y riéndose de él mismo, está en los aficionados e incluso en los jugadores.
Ante la arrogancia, se puede encontrar una más peligrosa como es la intelectual, aquella que hace que una persona, por orgullo, no reconozca los motivos por los que se produce algo. Para ello, Sabino apunta que el primer paso sería interiorizar que desconocer algo no es malo, se concibe como un sinónimo de estupidez o embrutecimiento pero, recalca, decir "no lo sé", "lo desconozco" o "lo ignoro" es muy bonito, ya que te permite mejorar como persona cultivando nuevos conocimientos.
Por último, habla del no saber en la antigüedad con la frase aristotélica de "solo sé que no sé nada", donde no sería loable enorgullecerse de no saber porque "la vida humana está repleta de entretenimientos intelectuales de infinita extensión". Termina ofreciendo un voto de confianza a los jugadores de la selección porque la ignorancia de saber por qué no consiguen vencer, les puede llevar a lo más alto.